¿Qué puede hacer el historiador ante el mundo que le rodea? ¿Qué actitud debe presentar ante una sociedad con un sistema educativo tan empobrecido en materias de humanidades y, sobre todo, en la disciplina de historia? El profesor no debe recluirse en su torre de marfil. Sus alumnos no son únicamente los matriculados en las facultades sino el conjunto de la sociedad: plantear los problemas históricos con un afán didáctico y comprensible.
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Este era el horizonte de nuestro compañero Fernando García de Cortázar (1942-2022), recientemente fallecido, catedrático de Historia Contemporánea de la Universidad de Deusto y jesuita: “Sin estudios humanistas seremos cada vez más manipulables y sumisos”. Y esto de ser miembro de la Compañía de Jesús tampoco resulta baladí para hablar de grandes historiadores. Él decía que su vocación religiosa se fraguó en la patria del noviciado de Villagarcía de Campos, cuando supo contemplar los “mares infinitos” desde los Montes Torozos.
Ha sido calificado como incansable divulgador de la historia de España pero, previo a todo ello, un investigador de historia total y de la globalidad, condición que resulta más difícil de encontrar. Fue discípulo de un gran renovador de la historiografía española, Miguel Artola, y su hermano José Ángel, es un destacado medievalista. Desde su definición de la nación, sin complejos, consideraba que sus obras estaban llamadas a “crear una conciencia mayor de España” pero desde un “patriotismo cultural”.
Mitos, olvidados y perdedores
Una España que definía como “una nación multicultural con una gran diversidad”. Fue el impulsor de éxitos editoriales desde aquella compartida ‘Breve Historia de España’ (Alianza, 1993). En su belleza narrativa, aunaba disciplinas en un tiempo de tantas especializaciones académicas. Así se plasma en Historia de España desde el arte o Breve historia de la cultura de España. Le interesaron sus mitos pero también los olvidados y perdedores.
Cayó en la tentación de la novela histórica y fue de gran proyección su asesoramiento científico en la serie de Televisión Española Memoria de España que tanto utilizo en mis clases de la facultad. Por eso, no resultaba extraño que tras la publicación de Paisajes de la Historia de España escribiese que “sin una historia tan apasionante, España no sería tan hermosa, ni sería España”.
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