El Vaticano II celebrado hace casi 60 fue una Asamblea mundial de la Iglesia que además de novedoso en su contenido fue novedoso en su método. El hecho de que estuviesen representadas todas las iglesia locales aún solo por obispos, le dio un sentido global y mucho más variado a las discusiones y conclusiones.
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Motivado por eso, Pablo VI decidió que se realizaran Asambleas de este tipo sobre determinados temas cada 5 años y al ser acotados se llamarían sínodos cuya etimología significa caminar juntos, es decir encontrar senderos comunes para acompasar nuestro paso al de Jesús. El último fue sobre los jóvenes y se realizó en 2018. Para 2023, Francisco determinó que la reflexión para fuese sobre la sinodalidad misma y además de intensificar la preparación lo extendió un año más, de modo que la segunda etapa conclusiva se desarrolla en octubre de 2024.
Del mismo modo que los Documentos del Concilio Vaticano generaron cambios profundos, lo mismo viene a traer el Sínodo que algunos lo llaman un nuevo concilio.
Iglesia – Pueblo de Dios
Sinodalidad, en definitiva, implica caminar hacia adelante detrás de Jesús impulsados por el Espíritu Santo, pero también caminar para atrás para ver las primeras comunidades cristianas, los inicios de la Iglesia para refrescar lo que quiso Dios en esto. Identificarnos a partir del Bautismo en una Iglesia-comunidad circular en donde las misiones y carismas son servicios y no lugares de poder e instalación. Iglesia-Pueblo de Dios que peregrina en lugares e historias concretas.
En este último tiempo he participado en varias manifestaciones de devoción popular. Me vienen imágenes antisinodales que dejan de lado la dignidad de bautizados porque el cargo, el poder, los prejuicios, las apariencias, las normas vacías, el verticalismo, el varonismo, el clericalismo es lo que cuenta.
- Guiones que dicen “acompañan la imagen de la Virgen los obispos, sacerdotes, seminaristas, y pueblo de Dios” me dicen que no hay una idea clara de lo que es Iglesia sino que son los que no entran en el clero.
- Sillas en las misas solo para obispos, sacerdotes, seminaristas, religiosas y el resto (laicos) de pie detrás de una reja me hablan de una Iglesia excluyente que no asumió su identidad y la riqueza de los laicos.
- No prever espacios y consideraciones para la prensa me habla de una Iglesia que está a varios pasos de valorar la comunicación como modo de evangelizar.
- Clero marchando en las procesiones con “cara de vela” sin saludar o mirar a los que caminan al lado o están de pie esperando el paso de la Imagen o no salirse de sus lugares para desear la paz a la que no son clero, me habla de una Iglesia autorreferente y casi mal educada.
- El altar lejos y en lo alto, inalcanzable y custodiado me habla de una Iglesia que está alejada, agrietada y con miedo a que Jesús llegue a todos.
- Homilías largas, descontextualizadas, catedráticas me habla de una Iglesia que no escucha.
- La escasa participación de la mujer me habla de una Iglesia incompleta, que le falta esencia.
Y así más ejemplos en donde, a pesar de todo eso, el Pueblo fiel de Dios sigue creyendo, celebrando, caminando, escuchando y buscando lo que el Espíritu Santo desea para que seamos Reino de Dios en la tierra.
El sínodo en sus expresiones es muy claro y muy práctico, muy sencillo. No tengamos miedo a leer, a rezar, a hablar de sinodalidad. Y por favor, practiquemos…