Quisiera poder encontrar una respuesta a la situación que estamos viviendo, cuando nuestra vida se encuentra confinada, protegida en la medida de nuestro conocimiento y posibilidades ante la amenaza continua de este virus.
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Todos lo hemos pasado muy mal. Aquellos que han padecido la enfermedad desde el más profundo aislamiento; los familiares ante la pérdida de un ser querido; los sanitarios, contagiados por el mismo virus y haciendo frente a la impotencia desbordada por el gran exceso de trabajo; yo misma, como sanitaria, he podido dar fe de ello.
Dejarle a Él
Y entre tanta lucha, sufrimiento y soledades, Dios quiere entrar en nuestras vidas; es el momento de dejarle hacer a Él. ¿Cómo? Sencillamente, abriendo nuestro corazón a la súplica, a la oración constante.
Nos encontramos en período de prueba, de cambio. La humanidad ha de evolucionar hacia una apertura espiritual. Habrá quienes hagan oídos sordos, como si con ellos no fuera nada. Es más importante programar unas vacaciones, procurarnos un buen destino, da igual lo que pueda suceder después; de todas las maneras hemos de morir, ¿verdad?
He querido compartir con todos vosotros estas breves reflexiones, porque no somos dueños del universo, ni siquiera de nuestra propia vida; todos estamos de paso en la vida, en constante cambio y evolución.
Es el momento, pues, de mirar hacia nuestro interior. Dios está esperándonos como padre nuestro que es. Bendiciones.
