Tribuna

Hacia una cultura del encuentro

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La casa común es sinónimo de solidaridad, de cooperación, de la interdependencia y de la corresponsabilidad. Recordemos que hoy en día el papa Francisco en su compromiso con la Casa común nos invita a ser solidarios y no indiferentes frente a las realidades sociales, políticas y aún religiosas.



Solidaridad vs indiferencia

Aunque el término tiene diferentes acepciones, podemos decir: “En el sentido legal, que aparece el más legal y originario, el término solidaridad se refiere a un modo de derecho u obligación insolidum, es decir, una obligación conjunta de varias personas (como, por ejemplo, una deuda solidaria)… El término también hace referencia a la relación existente entre personas que, teniendo una comunidad de intereses, están vinculados los unos a los otros en particular en el dominio social… Sentimiento de un deber moral hacia los otros miembros de un grupo, fundado sobre la identidad de situación o intereses” (Luis de Sebastian, la solidaridad, ed. Ariel, 1996, Pág. 12-13).

Esto es para indicar que nos movemos en un terreno ético y moral, que implica la misma cultura del encuentro, pero que el hombre de hoy, en medio de las distracciones, afanes y muchas situaciones que lo superan, le cuesta ser solidario, tal vez los comportamientos individuales aprendidos, la indiferencia del mismo hombre y su vivir aislado hacen que nos cuestionemos sobre la importancia de la comunidad vs la individualidad. ¿Nacimos para ser solidarios y vivir en comunidad? O ¿Aprendemos de las actitudes y comportamientos individuales y/o colectivos a vivir con los demás?

Es el compromiso con la casa común, implica caminar hacia un mundo más fraterno y de paz. El papa sueña con un mundo como casa común, que favorezca la unión de las naciones y se dan ejemplos de integración en diferentes contextos como el nuestro el Latinoamericano. “Soñemos como una única humanidad, como caminantes de la misma carne humana, como hijos de una misma tierra que nos cobija a todos, cada uno con la riqueza de su fe o de sus convicciones, cada uno con su propia voz, todos hermanos… cuidar el mundo que nos rodea y contiene es cuidarnos a nosotros mismos. Pero necesitamos constituirnos en un “”nosotros” que habita la casa común”.  (No. 8 y 17, ‘Fratelli tutti’, carta encíclica del santo padre Francisco sobre la fraternidad y la amistad social, ed. San Pablo, 1ª edición, 2020).

Papa Francisco Jovenes

Hacia la cultura del encuentro

Llamados a promover la cultura del encuentro. El papa les pidió, también promover un modo de vida que supere el “humanismo economista que nos impuso en el mundo”. Explico que se ha abierto paso una cultura de la exclusión, una cultura del descarte. No hay lugar para el anciano ni para el hijo no deseado; no hay tiempo para detenerse con aquel pobre en la calle. A veces parece que para algunos las relaciones humanas estén reguladas por dos dogmas: eficiencia y pragmatismo” (Luis-Fernando Valdés y Antonio Breseño-Templos, Francisco, el papa latinoamericano, su vida y su mensaje, ed. Minos III milenio, 2013, Pág. 176).

El Papa Francisco observa que, en comparación con la omnipresencia de los medios de comunicación, las redes sociales y los dispositivos móviles, la lectura de un libro ofrece un margen y un tiempo para enriquecer la narración e interpretarla activamente.

Esta invitación del papa es para que todos volvamos a la cultura del encuentro a veces no tenemos que aislarnos en la omnipresencia de los medios, sino volver a encontrarnos como hermanos(as). A veces, cuando nos valemos de las TIC (tecnologías de la Información y las comunicaciones) y la IA (Inteligencia artificial), nos abren puertas a la cultura pluridimensional, pero no podemos olvidar el encuentro a diario con los más cercanos, nuestra familia, nuestro entorno y nuestro mundo más cercano, a veces nos desencontramos con nuestro entorno porque simplemente no nos interesa o andamos ocupados en las redes, dirían algunos “enredados”.

Los medios de comunicación como apertura del encuentro y del desencuentro

Todo parte de una promover una cultura del encuentro con Dios que nos ama y quiere que nos realicemos como personas encontrándonos unos con otros en la comunidad. El señor mandó a sus discípulos que tiraran las redes y vino la pesca milagrosa, debemos lanzar las redes a todas las personas del mundo a través de los medios de comunicación para que la evangelización toque el corazón y las mentes, sin olvidar que los más cercanos a nosotros también deben ser evangelizados.

En fin, la cultura del encuentro es aprender de la misma hospitalidad que Jesús practico, ya que exigía la acogida a los extraños que con demasiada frecuencia suscitaban sospechas y temores. Jesús practico la cultura del encuentro con recaudadores de impuestos y pecadores. Jesús acepto a aquellos de quienes otros se alejaban. Debemos aprender de Jesús como aceptar no solo a los familiares y amigos, sino también a los extraños y a las personas a las que la sociedad olvida y margina. Promover una cultura del encuentro es tener un corazón abierto, sincero y disponible para encontrarnos con el Padre, con el Hijo y el Espíritu Santo; para encontrarnos con los hermanos(as) en cada celebración o compartir. Sí Jesús, fue solicito y valiente, tendía la mano con compasión a quienes se sentaban con él a la mesa, cuánto más nosotros debemos dar la mano y ser lugar de encuentro con los demás.

Oremos

“Él ve dentro de tu corazón y sale a tu encuentro para que nadie se le ponga de obstáculo y, tan pronto ha llegado a ti, te abraza. En ese salir a tu encuentro se muestra su presciencia; en el abrazo, su clemencia y la demostración de su amor paternal. Se te arroja al cuello para levantarte porque estás caído, y para hacerte volver hacia el cielo, con el fin de que allí tú, que estás cargado de pecados e inclinado hacia todo lo terreno, busques a tu Creador. Cristo se lanza a tu cuello para quitar de él el yugo de la esclavitud y poner sobre él su yugo suave” (San Ambrosio de Milán)


Por Wilson Javier Sossa López. Sacerdote eudista del Minuto de Dios