Cuando amas a alguien entregas la vida, darlo todo es poco. Cuando amas a alguien solo en dos palabras se define todo. Y ya no esperas nada a cambio (Schajris, Noel – Cuando amas a alguien, 2014)
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1. Apropiar es asumir
Hay una experiencia de vida que nos va transformando y que nos hace ver todo de otra manera, somos distintos, etc. Existen numerosas canciones que intentan balbucear la honda experiencia del amor. Y cada lazo que se relaciona nos lleva a apropiar alguna característica o que estaba tapada por vaya a saber qué razón. “Cuando amas a alguien… estar enamorado es… nada como ir juntos a la par… juntos… tiernamente amigos… como te explico lo esencial de tu existencia para mi…” y tantas otras melodías. Seguramente hay poesías, libros, etc., que están en la misma sintonía.
En la medida que el amor nos configura, vamos asumiendo un estilo común y diferente a la vez. Es común descubrir en algunas personas características de los demás: en los hijos algo de los padres, en los amigos guardando eso suyo y mío que hace que nunca tengamos otro amigo igual, en los colegas de trabajo o estudio, etc.
La vida es apropiarse peculiaridades que dan identidad, y que lo hacemos propio (RAE – apropiar, 2025). Lamentablemente, este verbo, los totalitarismos lo suelen usar para adquirir lo que es propiedad de otro para estatizarlo, sacándole la esencia.
2. Creer es apropiar
“Creer, en la actualidad, significa también, por consiguiente, hacer presente de manera viva y comprensible la tradición cristiana de la fe y de experiencia, en nuevas situaciones, que han sufrido un cambio histórico, y hacerlo con nuevas categorías experienciales e intelectuales” (Schillebeeckx, Edward, , 1994, pág. 77)
En la fe cristiana, el testimonio más evidente de esta “apropiación” es Jesús de Nazareth: se hizo como nosotros, siendo consustancial al Padre y al asumir lo nuestro es consustancial a la naturaleza humana (González Faus, José I, 1984, págs. 445-454).
Lo paradojal del Evangelio en sus 4 redacciones es que ser cristianos es ser humano, a Dios se lo descubre en la humanidad: en el niño recién nacido (Lc. 2, 12); en los que están hambrientos; sedientos, desnudos, enfermos, presos (Mt. 25, 31 ss), en hacerse carne (Jn. 1, 14), en el que está sufriendo, en quienes se ama (Jn. 13 – 18). ¡Pareciera que para la revelación, la mejor manera de ser cristianos es ser auténticamente humanos!
Sin embargo, nuestras pías tradiciones pregonan que para ser cristianos hay que “mirar al cielo”, evadirse del mundo, encontrarse a uno mismo o tener un encuentro íntimo con Jesús.
3. Apropiar su estilo
Estamos tan acostumbrados a hablar de tal carisma, congregación, rito, grupo, movimiento que el Evangelio pareciera ser un gran desconocido. Pero no porque no leamos la letra o citas, sino porque nos cuesta apropiar el estilo de Jesús. En la pedagogía del Nazareno hay una metodología común en las 4 narraciones: vida – propuesta – respuesta.
Indagando en los testimonios, encontramos que él asume (apropia) la vida, propone la Buena Noticia y deja en libertad de respuesta.
En otras latitudes, todo es una predicación unipersonal lo dijo alguien: un laico (rara vez), cura, obispo, diácono, religioso, etc. Muy a menudo esas platicas están cargadas de “deben, se debe, tienen/tenemos que”. Pareciera que estamos formateados por una “postura fundamentalista y moralista” (Curia, Christian, 2018). Tal es así, que a los textos donde Jesús nos presenta al Padre (Abba/Imma) decimos: tenemos que ser como la semilla, o como el hijo prodigo, etc. ¡Y Jesús nos habla del Sembrador y el Padre Misericordioso!
4. Apropiar la Pedagogía de Jesús
La manera en cómo Jesús lleva adelante su misión, es para los cristianos el testimonio de los elementos básicos y medulares de una pedagogía de y en la fe. Hay varios textos que nos ayudan a comprender o pensar esa forma que el Buen Pastor tiene. Entre ellos: Lc. 24, 13 – 35: Discípulos de Emaús, Jn. 4, 1 – 42 Encuentro con la Samaritana, Mt. 9, 36 – 38: Compasión por la multitud, Mc. 6, 34 – 44 Multiplicación de los panes
Jesús tiene en cuenta la vida de los interlocutores, no como un recurso sino como contenido, valora las inquietudes, búsquedas, anhelos, esfuerzos, esperanzas, necesidades, dolores, tristezas, angustias, etc. Y desde esa apertura suscita la Buena Noticia. Ante esta propuesta las personas no quedan indiferentes, sino que son capaces de brindar una respuesta según sus propias vidas y que no está condicionada ni preestablecida. La invitación apela a la autonomía para construir el propio destino, porque la fe cristiana no quiere esclavos ni obsecuentes, sino personas libres. (Curia, Christian, 2018)
5. Recomenzar desde Jesús
Ante un diagnóstico pastoral que se itera hace décadas y que tiene como conclusión: la gente ya no viene, es menester considerar qué ofrecemos. Es importante “analizar nuestra tarea pastoral y constatar que en torno a la educación en la fe y la metodología de la misma existe un doble discurso o una disociación” (Curia, Christian, 2018). Estamos desbordantes de documentos del magisterio que son ricos y profundos, pero en la práctica todo es totalmente distinto.
Hablamos de un encuentro con Jesús, pero cuando una persona ingresa a una comunidad, se introduce en una maquinaria temporal que la llevará a la sucesiva recepción de los sacramentos y, a veces, sin un proceso pedagógico. También en esos documentos, se insiste en el valor insoslayable de la comunidad como fuente, meta y contenido del proceso de evangelización (DCG, 1998)(#158. 254), y los sacramentos se “dan” fuera de los espacios comunitarios y algunos solamente con la presentación de un certificado civil de identidad. Decimos que la comunidad es importante, pero por cuestiones prácticas la relegamos a mera espectadora o ni se la tiene en cuenta (designación de autoridades).
Es fundamental asumir que contenido y método son un núcleo vital en el proceso evangelizador. Si esto está disociado o uno por encima del otro, como suelen decir algunas autoridades de otros territorios diocesanos, la propuesta que hagamos siempre tenderá a la parálisis o el estancamiento (CELAM – DA, 2007) (#362).
A modo de introducción queremos mencionar unos criterios para seguir pensando cómo vivir lo que Dios ha unido:
- Nutriéndonos de la Pedagogía divina y humana,
- Aggiornándose (Juan XXIII),
- Sonriendo (Juan Pablo I, el Papa de la Sonrisa),
- Valorando las ciencias humanas en el proceso de enseñanza – aprendizaje,
- Asumiendo la vida es contenido (CELAM – MED, 1968)(VIII, 6),
- Adaptándonos a las circunstancias personales y a la edad de los interlocutores,
- Anunciando Buenas Noticias y la propuesta liberadora de Jesús,
- Respetando las diferentes respuestas que surjan (DCG 139 – 147),
- Haciendo encuentros que profundicen los lazos de amor mientras se comparte la vida.
6. Desechar los métodos anacrónicos
Una vez realizado lo anterior o mientras hacemos el discernimiento, es medular vivir la parresia para dejar de lado los métodos que ya no tienen la finalidad de configurarnos con el contenido anunciado. Uno de ellos es el memorístico que tiene como sistema las preguntas y respuestas de una pedagogía anacrónica y que actualmente se ven plasmadas en varios documentos del magisterio y que son presentados como “novedoso” (Compendio del Catecismo, YouCat, etc).
Otro es llamado sui generis o improvisado. Este suele hacerse visible cuándo no se prepara lo que se va a realizar, entonces, para salir del momento se charla sobre cuestiones de actualidad, sin una continuidad pedagógica y, a menudo, sin anuncio de Buena Noticia.
Es común encontrar el llamado método represivo donde prima un clima de tensión en el que no vuela ni un insecto, se impone el respeto por medio del temor y en el que los participantes solo hacen caso, no hay diálogo, sino mera trasmisión. Y hay una “bajada de línea” para que la gente haga lo se le dice. Y, la gente sale espantada y siguiendo con su vida como estaba antes de la charla. Como en una contraposición al anterior, se puede encontrar el método anárquico, en el que solo hay desorden, nadie se escucha y el caos para el diálogo es mayúsculo. Y se echa la culpa a la gente que no escucha y es irrespetuosa.
Un método histórico que predomina la vida eclesiástica sobre todo desde el siglo XVI es el llamado sacramentalista que tiene por objetivo la mera recepción de un signo sensible de la gracia, en el que Dios actuaría únicamente por ese medio. Y una vez recibido el signo, la gente no continua y las comunidades no se interesan por qué le pasa a quienes no vienen. Unido a este, se encuentra el moralista que pone el acento en lo que se debe hacer y que tiene como base lo que considera bueno o no, tanto sea un libro, una película, etc. Los contenidos, por lo general, solo hablan de cuestiones genitales olvidándose se las estructuras sociales de pecado. Este “método” pone primero lo que es segundo y, por lo general, quiere suscitar creyentes que sean obedientes y fieles a las normas dichas.
Y, por último, podemos mencionar al yoísta. Este tiene la particularidad de haberse instalado sin darnos cuenta lo atroz que es para la vida de fe y fraternidad. La corriente new age y la piedad intimista han calado tan hondo que se suele formar a las personas para que “amándose a sí mismas” amen a los demás. Y el evangelio nos enseña que el amor es “como él nos ha amado”, como él nos ama… A su vez, esta manera de vivir la piedad, está enmarcado en el “yo para que yo”. Esta corriente es tan intimista que piensa que Dios tiene que hacer lo que le decimos, porque así “lo decretamos”. A este método lo llamamos intimista o individualista, donde lo anímico y emotivo es lo más importante. Tal es así que un signo de evaluación del mismo es si los participantes lloran o no.
7. Romper lo establecido
La fe cristiana se caracterizó muchas veces por no encajar en los “órdenes sociales establecidos”, en la celebración de la vida y de la fe fuera de los esquemas religiosos de una época en particular. Pero, la historia nos revela que no siempre fue así, y cuando eso no sucedió, la pastoral no se apropió de la propuesta de Jesús. Para ello, necesitamos recuperar la “memoria de fe” (Anamnesis):
“Nuestras eucaristías han perdido todo su vigor evangelizador y, por lo tanto, liberador, porque son celebradas por unos cristianos auténticamente desmemoriados que no invocan el nombre del Mesías, cuyo cuerpo y cuya sangre fueron derramadas para la liberación de la humanidad” (González Ruiz, José María, 1986, págs. 110-111)
En este jubileo “Peregrinos de esperanza”, la Bula que lo convocó hace hincapié en la relación: memoria, fe, método y contenido (Francisco – Bula Jubileo, 2024).
Felices desde la Vida Nueva… recordando que Dios se hizo encontradizo (Martínez, Pablo, 2016) y es nuestra vocación de amor, apropiar su manera de ser/actuar.
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Trabajos citados
CELAM – DA. (2007). Documento de Aparecida. CABA: Oficina del Libro.
CELAM – MED. (1968). Medellín. Medellín: Paulinas.
Curia, Christian. (2018). La #vida nos da #señales. Ciudad Autónoma de Buenos Aires: PPC.
DCG. (1998): Directorio General para la Catequesis. Obtenido de https://www.vatican.va/
Francisco – Bula Jubileo (09 de mayo de 2024). Obtenido de https://www.vatican.va/
González Faus, José I. (1984). La humanidad nueva. Ensayo de Cristología. Santander: Sal Terrae.
González Ruiz, José María. (1986). La iglesia a la intemperie. Reflexiones postmodernas sobre la iglesia. Santander: Sal Terrae.
Martínez, Pablo. (21 de enero de 2016): Dios se hace encontradizo. Obtenido de https://www.instagram.com
RAE – apropiar (2025). Obtenido de https://dle.rae.es
Schajris, Noel – Cuando amas a alguien (2014). Obtenido de https://www.youtube.com
Schillebeeckx, Edward, . (1994). Los hombres relato de Dios. Salamanca: Sígueme