Su teléfono suena continuamente. De todas partes del mundo llaman a Hedva Goldschmidt porque suyas son las mejores películas judías en competición en los festivales o en la parrilla televisiva. Es una importante distribuidora de cine sobre religión y cultura judía y, gracias a ello, ha tejido relaciones alrededor de todo el mundo, desde China a EE.UU.
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Su empeño por atraer la atención internacional a temas relacionados con la espiritualidad y la religión es algo inusual en su campo, “una misión” en la que supera cada día muchos obstáculos. Presenta películas con temáticas muy intensas que, en ocasiones, se dan contra un muro de prejuicios y puertas cerradas. Aunque estas no resisten mucho y es capaz de abrirlas con su sonrisa.
Hedva es judía ortodoxa, vive en Jerusalén, está casada con Gilli, un rabino, y juntos tienen cinco hijos. Cuando viaja siempre debe encontrar una solución para poder seguir todas las reglas y prescripciones, lo cual no es fácil en el mundo del cine.
Comenzó su trabajo en la escuela de cine judía ortodoxa, Male’ Film School, y luego fundó su propia compañía, Go2 Films. Pronto se dio cuenta cuenta de que no tenía que encerrarse en su propio circuito y que estaba llamada a trabajar “en salida”. En 2001, un año difícil para el diálogo interreligioso, llevó las primeras películas ultraortodoxas a la Filmoteca de Jerusalén y desde allí a varios festivales de todo el mundo, creando puentes de diálogo con artistas musulmanes. Se había puesto en juego superando los límites impuestos por las leyes de varios países.
La riqueza de la cena del Shabat
A lo largo de los años, se ha comprometido cada vez más en el diálogo y en el camino de la paz, convirtiéndose en activista. En 2009, con cinco mujeres líderes en Israel, comenzó Women of Faith for Peace, y junto a ellas derribó los muros de la división, inspirando proyectos como el centro comunitario multicultural de Lod para musulmanas, judías, cristianas y beduinas. Y comenzó a frecuentar las distintas comunidades, creando un clima de confianza, fundamental para la paz.
Su dimensión espiritual es muy profunda y siempre está en tensión positiva en el diálogo con su esposo rabino. Juntos decidieron abrir su hogar a personas de otras religiones, especialmente cristianos, para experimentar la riqueza de la cena del Shabat. Decenas de personas de distintas partes del mundo se han sentado a su mesa, han participado en la oración y han intercambiado reflexiones bíblicas. Después de abrir su hogar, dieron un paso más abriendo puertas en su comunidad. Así varios amigos cristianos han acudido a la sinagoga para rezar.
Habla de Dios con una sonrisa: “En la fe, lo importante para mí es el contacto personal con Dios: despertarme por la mañana y aprender a dar gracias por todas las cosas maravillosas, pequeñas y grandes, bendecir la vida y tratar de aportar un poco de bien al mundo”.
De este modo, Hedva ha podido experimentar en carne propia el diálogo interreligioso y el diálogo entre religión y cultura. Continúa presentando películas profundamente espirituales y viéndose en Jerusalén con sus amigas, –que se han convertido en hermanas–, cristianas, drusas, musulmanas y beduinas. Es el diálogo cotidiano el que conduce al cambio. Como cuando se encontraba en Italia con el grupo de mujeres, mientras estallaba un conflicto en su barrio.
Un niño de 13 años de su comunidad judía ortodoxa fue apuñalado por otro niño musulmán de 14 años que fue tiroteado por la policía. Cuando llegó la noticia, Hedva hizo una pausa para orar y luego llamó a Faten, una líder musulmana. Se fotografiaron juntas para enviar un mensaje de paz. La imagen se volvió viral en las redes sociales y miles de mujeres lograron devolver la calma a sus familias y comunidades.
En otra ocasión, una amiga cristiana italiana la llamó porque su hija tuvo que someterse a una cirugía grave. Hedva dejó a sus hijos en la comunidad y en un día organizó el viaje a Italia. Cuidó de la casa de su amiga y de su hija menor. La noche anterior a la operación, se dirigieron al santuario de Pietralba, cerca de Bolzano. Fuera de la iglesia, rezaron los salmos junto con el sacerdote y ella salmodió por la curación de la niña.
Hedva es mujer del diálogo concreto y pragmático: “Para mí, el diálogo es escuchar a todas las personas y opiniones diferentes a las mías, incluso cuando esas opiniones me molestan. Tengo que escuchar con respeto y comprensión, tratando de entender que cada uno de nosotros tiene un mundo de valores diferente. Desde este punto de partida, puedo discutir, argumentar, sugerir… Pero antes de nada tengo que saber escuchar y solo lo entonces podré hablar”.
“Creo en el bien que existe en todas las personas y en que cada día podemos marcar la diferencia, incluso en las pequeñas cosas. Ser amables y sonreír a los demás y al mundo”.
*Artículo original publicado en el número de noviembre de 2021 de Donne Chiesa Mondo. Traducción de Vida Nueva