Tribuna

Imagina una Iglesia… evangélica, igualitaria, no clerical

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La Iglesia que me gustaría debería distinguirse por su verdadera condición evangélica, su visible carácter igualitario entre hombres y mujeres y su estructura ministerial no clerical. Esta Iglesia recuperaría sus fundamentos volviendo al mensaje básico de Jesús. Comprendería ese mensaje a partir de su contexto (Galilea, siglo I), y lo traduciría a las lenguas y culturas actuales. Así, lo esencial del Evangelio iluminaría la vida actual de la humanidad. Sería percibido como posible, real, nunca concluido y abierto a múltiples posibilidades e interpretaciones.



Esta comunidad de comunidades haría que en su estructura y en su vida mujeres y hombres sean iguales en dignidad, capacidad y posibilidades. Mostraría que diferencia y desigualdad no son equivalentes, que el sexo no es un obstáculo para ningún rol, tarea o servicio. Sería una Iglesia de mujeres, signo de igualdad humana. Su estructura ministerial sería consecuencia de su condición evangélica inculturada y de su igualdad visible y multivalente. El poder y la energía para vivir y ofrecer el Evangelio derivarían de la circularidad de la Rûaj, o Espíritu divino. Esta Iglesia sería visiblemente la Iglesia de la Rûaj.

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Desde abajo y desde dentro

Introducir la igualdad de las mujeres en la Iglesia transformaría toda su estructura organizativa mediante cambios de segundo orden (profundos y duraderos). La dotaría de la capacidad de recrear la novedad propia del Espíritu, de la renovación esperanzadora de la Pascua y del Misterio de la Vida que palpita en cada muerte, y con una gran esperanza. Sería una Iglesia feminista para toda la humanidad, para los más necesitados, capaz de regenerar cada vida humana y curar las heridas de la humanidad, de la naturaleza y del universo. Su influencia social, política y humanista derivaría del atractivo de su oferta y del simple convencimiento de quienes la presentan, desde abajo y desde dentro.


*Artículo original publicado en el número de octubre de 2023 de Donne Chiesa Mondo. Traducción de Vida Nueva

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