Tribuna

Imagina una Iglesia… sin ninguna discriminación

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Sueño con una Iglesia donde cada miembro bautizado experimente un sentido de pertenencia y perciba la igualdad bautismal como hijo de Dios. Una Iglesia en cuya vida y misión todos sus miembros tengan la oportunidad de participar. Una Iglesia en la que se creen espacios donde compartir las alegrías y las dificultades de nuestra fe. Me gustaría una Iglesia donde los fieles laicos no sean vistos simplemente como receptores de bienes espirituales, sino como miembros responsables y comprometidos con el bien de toda la comunidad.



Sueño con una Iglesia donde no haya ningún tipo de discriminación por raza, nacionalidad, clase social, casta, cultura u orientación sexual. Una Iglesia donde se respete la dignidad de cada persona. Sueño con una Iglesia donde cada bautizado tenga la oportunidad de recibir formación en la fe, así como un conocimiento más profundo de la Biblia. Una Iglesia donde se acompañe habitualmente a parejas casadas, las madres, las viudas, los jóvenes y los ancianos.

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Me gustaría una Iglesia donde las mujeres sean reconocidas como miembros iguales y donde se les den roles más importantes en la vida de la Iglesia. Sueño con una Iglesia donde más mujeres reciban formación para ser líderes espirituales, predicadoras de retiros, formadoras en seminarios y líderes de comunidades cristianas y donde tengan la oportunidad de servir a la comunidad en esas funciones.

Servicio a la comunidad

Me gustaría una iglesia donde la autoridad se ejerza no como dominación y control, sino como servicio a la comunidad. Sueño con una Iglesia en la que el proceso de elección y decisión se realice mediante la práctica del discernimiento y el consenso individual y comunitario. Sueño con una Iglesia donde cada miembro esté invitado a tener un acompañante espiritual, especialmente los líderes de la comunidad cristiana. Sueño con una Iglesia en la que el crecimiento espiritual de los miembros tenga prioridad sobre las estructuras institucionales. Sueño con una Iglesia donde no existan estipendios para las misas y donde no se recoja dinero para otras necesidades durante la celebración eucarística.


*Artículo original publicado en el número de octubre de 2023 de Donne Chiesa Mondo. Traducción de Vida Nueva

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