Hay un texto en el evangelio de Marcos – Mc 14, 1-9; entrando en el relato de la pasión – donde el ambiente ya está “caldeado”: fariseos y sumos sacerdotes ya planean su muerte, Judas ha decidido traicionarlo, son pocos los que se animan a seguir en su compañía y él está comiendo en casa de alguien que ha padecido la lepra; son varios los comensales, pero el acontecer del relato nos hace inferir que el clima de la cena no es de los mejores. Por supuesto que, como toda cena en la antigüedad oriental, era sólo de varones.
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Romper
En ese contexto, sin pedir permiso, rompiendo todos los protocolos de la época y arriesgándose a ser castigada, irrumpe una mujer y tiene con Jesús un gesto inédito, una acción a la vez cariñosa, llena de ternura y profética: rompe un frasco de perfume de nardo puro y muy valioso sobre la cabeza de Jesús. No hay halago más grande en el Evangelio de Marcos que el que Jesús dice en esa ocasión: “allí donde se proclame la Buena Noticia, en todo el mundo, se contará también en su memoria lo que ella hizo”. Mc 14, 9.
Ése es el modo de “acortar distancias” de Cáritas. Irrumpe en un mundo donde las decisiones, los estilos de gestión y conducción, las actitudes de servicio siguen siendo patriarcales, estructuradas desde un modo piramidal, distante. Irrumpe en un mundo donde muchas cosas se deciden en despachos, cenas, pero donde esas cabezas no tienen territorio cotidiano.
Hay que animarse a acortar distancias “irrumpiendo”, metiéndose, mezclándose entre los mundos violentos, marginales. Hay que tener entrañas de madre para no amilanarse con el “cuerpo a cuerpo” en sectores donde dominan los narcos, la violencia, el hambre y la marginalidad. Hay que hacer cercanía ante el tamaño de un río que subyuga y es necesario cruzar, ante caminos imposibles, o climas hostiles donde sólo dominan los vientos y el frío la mayor parte del año, las lluvias eternas, o los incendios provocados. Irrumpir en esos mundos es la vocación de Cáritas.
Derramar
Y no sólo es irrumpir sino “romperse”. Cuando la mujer rompe el frasco es signo anticipado de Jesús “rompiendo” su cuerpo en la cruz. Es imagen de todos aquellos que son capaces de romperse por darse; porque ella podría haber administrado el perfume, darlo a cuentagotas o de modo generoso, pero no derramarlo completo. Cáritas no ahorra, no mide, no especula, ni con fondos ni con tiempos ni con personas. Cáritas no calcula costos según beneficios, no precisa aparecer, ser aplaudida y, menos aún, votada: Cáritas elige romperse ella para evitar que haya mas rotos, descartados, dejados al borde del camino.
No alcanza con irrumpir y romperse… también es necesario derramar el “mejor y más valioso de los perfumes”. Cáritas no lleva las sobras, no distribuye remanentes ni administra las migajas. Cáritas no cree que haya que esperar el “derrame” de otros vasos que ya estén llenos y opulentos. Cáritas tiene infinidad de voluntarios en cada lugar de nuestro país que sacan de lo mejor de sus tiempos de trabajo, de familia, de estudio para entregarlo a otros. No alcanzó – en el tiempo de pandemia – con llevar bolsones casa por casa; se multiplicaron los aportes creativos, los mejores perfumes: cartitas, suplementos dietarios, preocupación por los más chicos o por los ancianos que veían tras la ventana en una casa. Se inundaron las redes pidiendo zapatillas con número y nombre preciso, o una muñeca para una cumpleañera. Nunca es suficiente con una manta tejida y siempre hay tiempo para bordarle en un costado las iniciales de quien la recibe. Cáritas es perfume puro entregado, volcado sobre cabezas y regazos. Y es puro porque no precisa de reconocimientos, de adhesiones o actos, de votos o encuestas. Lo hace porque sí, como el amor.
Transformar
Y Cáritas, como aquella mujer, aguanta y soporta a los que sentados y bien comidos murmuran y disertan sobre la pobreza; esos que hasta en esta narración, han mal usado las palabras de Jesús sacándolas de su contexto: “pobres va a haber siempre” dice el Señor, invitándonos a hacer en cada momento de la historia lo que ella hizo esa noche donde nadie se daba cuenta lo que vivía y sufría Jesús. Cáritas está dispuesta a sufrir que la acusen de fomentar el pobrismo o la dependencia mientras genera infinidad de centros de cuidado comunitario con talleres de oficios, mientras acorta distancias con el mundo del trabajo, recuperando valores como la responsabilidad compartida en un proyecto, el cumplimiento de horarios, la necesidad de capacitarse. Cáritas se rompe el alma, los tiempos, los fondos y la cabeza buscando soluciones a la alarmante y creciente deserción escolar o permanencia en la estructura de quienes no llegan a estar alfabetizados.
Una vez al año, Cáritas te vuelve a invitar a descubrir y canalizar esta hermosa vocación común por acortar distancias con los que menos tienen. Irrumpir y entregar el perfume más valioso que tengas –tiempo, ideas, creatividad, dinero– para que sea posible lo que la versión de esta narración en el evangelio de Juan nos dice: “y la casa se llenó de este perfume”. Para irrumpir, rompernos, derramar y transformar la realidad te necesitamos; así la Argentina –tan llena y harta de otros olores─ se llenará de otra fragancia: el aroma de la caridad.