Tribuna

José Cobo: un nuevo maquinista incansable e inconmovible

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Siendo José Cobo párroco de San Alfonso María de Ligorio, en el barrio de Aluche, participé en un café informal con un grupo de sacerdotes en el que hablamos del presente y del futuro de la archidiócesis madrileña. Nunca olvidaré aquel encuentro por la impresión que me dejó aquel compañero, al que yo entonces conocía poco, y que me sorprendió por su aplomo y sensatez, sus convicciones, su sereno entusiasmo evangelizador, y su capacidad de liderazgo.



Espíritu de comunión

Nos contagió un animado y renovado sentido de la responsabilidad, así como espíritu de comunión con el obispo y con todas las sensibilidades diocesanas. Pocos meses después, le entrevisté para un documental sobre el servicio de los voluntarios en la JMJ de Madrid de 2011. Me llamó la atención que, al hablar de la preparación y de la participación de la parroquia en la JMJ, utilizase expresiones como “aprendimos a trabajar con los niños que venían, aprendimos a trabajar los jóvenes y los más mayores”, siempre el sustantivo ‘trabajo’ por delante, y luego el adjetivo ‘pastoral’.

Jose Cobo2

En estos últimos años de renovación e innovación necesarias, impulsadas por el cardenal Carlos Osoro, siendo yo ya delegado diocesano de Catequesis, y José Cobo vicario episcopal de la Vicaría II primero, y obispo auxiliar después, he tenido la gran suerte de “trabajar” con él codo a codo (en la nueva Escuela de Evangelizadores, en la Comisión Diocesana de Comunión Eclesial y, sobre todo, en la renovación de la catequesis en Madrid). Y he podido entender esta clave de su personalidad como pastor: la pastoral se reza y se discierne, pero, sobre todo, se trabaja. Exige remangarse hasta los hombros, sudar la camiseta y ponerse manos a la obra como “trabajadores de la mies”.

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