Tribuna

Judíos y cristianos, la misma raíz de justicia y caridad

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El libro del Deuteronomio 16, 20 dispone: “Justicia, sólo justicia has de buscar”. El término usado para “justicia” en lengua hebrea es ‘tzedek’, y es la misma raíz de la palabra usada para “rectitud”. Es también la raíz de la palabra normalmente traducida como “caridad”. Según la tradición judía, la preocupación por los otros es una cuestión de justicia, y esta justicia no conoce distinción de clase, género o de etnia. Deuteronomio 27, 19 ordena que, al forastero, al huérfano y a la viuda se le garantice justicia, ya que una sociedad justa es juzgada por cómo trata a sus miembros más vulnerables. Israel lo sabe, dado que su código jurídico se basa en la experiencia: “Amad al forastero, porque forasteros fuisteis también en Egipto” (Deuteronomio 10, 19; cfr. Levítico 19, 34).

En el discurso de la montaña, Jesús enseña a sus discípulos: “Habéis oído también que se dijo: Ojo por ojo y diente por diente. Pues yo os digo: no resistáis al mal; antes bien, al que te abofetee en la mejilla derecha ofrécele también la otra” (Mateo 5, 38-39). Estos versículos son la base de la convicción cristiana común de que el judaísmo enseña una justicia retributiva implacable, mientras que Jesús promueve la misericordia y la justicia restaurativa. Es una creencia errónea. Los judíos cortan más brazos o piernas que los cristianos, incluso si es Jesús quien dice: “Y si tu pie te es ocasión de pecado, sácatelo” (Marcos 9, 45a).

En la tradición judía, la ley de “cortar” o el ajuste del castigo a la ofensa (Éxodo 21, 24; Levítico 24, 20; Deuteronomio 19, 21) no sirve para legitimar la mutilación física; más bien es un principio legal. Su ubicación en la Torá desafía dos enfoques comunes al daño físico. El primero, que se encuentra en el Código de Hammurabi de Babilonia del siglo XVIII antes de la era cristiana, evalúa el daño físico en base a la clase social; el castigo era diferente dependiendo de si era un noble, un ciudadano común o un esclavo quien cometía el delito.

La unión entre justicia y misericordia

Como el Génesis enseña que todos los seres humanos son a imagen y semejanza de Dios, la ley judía exige igual protección. El segundo, al que se hace referencia en Génesis 4, 24, se refiere a la escalada de la violencia. El código legal previene este tipo de represalias.

justicia

La Biblia nunca habla de un israelita que exige una compensación sobre la base de ojo por ojo, y el código postbíblico de la ley judía lo prohíbe. Los judíos han reconocido que la justicia sin misericordia es inaceptable, pero también lo es la misericordia sin justicia. Por lo tanto, desarrollaron un sistema mediante el cual las víctimas recibirían una compensación por daños físicos. Por ejemplo, la Mishnah (Bava Qamma 8, 1) afirma: “Quien lesiona a un prójimo está obligado a [compensarlo] con cinco artículos: (1) lesión, (2) dolor, (3) gastos médicos, (4) pérdida de ingresos [lit.: pérdida de tiempo] e (5) indignidad”. Se trata de un paso adelante respecto al código de derecho romano, Las XII Tablas, que establece: “Si uno rompe a otro un miembro, la víctima puede infligir el mismo daño al malhechor, pero solo si no hay acuerdo”.

Los intérpretes rabínicos sucesivos explican por qué el significado de la Biblia debe ser una compensación económica en lugar de un daño físico: “Podría darse el caso de que una persona ciega haya cegado a otra persona, o una persona con un miembro amputado corte un miembro a otro, o una persona coja haga coja a otra. En este caso, ¿cómo puedo literalmente cumplir el ojo por ojo si ya está privada del miembro que está lesionado?”.

Contra la violencia

Jesús en realidad no habla de daños físicos. De hecho, cambia el tema. Ser golpeado en la mejilla no es lo mismo que perder un ojo. De hecho, su enseñanza es una enseñanza, en la buena forma judía, contra la escalada de la violencia, ya que una bofetada puede llevar a un puñetazo, lo que puede llevar a un daño aún mayor.

Perseguir la justicia significa ser una persona recta. Ser una persona recta significa que se persigue la justicia. Y la justicia, en la tradición judía, significa que todos deben ser tratados como hijos de Dios, a la imagen de Dios. De aquí el profeta Miqueas reitera “lo que Yahveh de ti reclama: tan sólo practicar la equidad, amar la piedad y caminar humildemente con tu Dios” (Miqueas 6, 8).

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