Desde hace dos años, reflexionamos en comunidad sobre esta cuestión, que quería compartir con todos mis hermanos: en un momento de cambios tan profundos en la Iglesia y en la sociedad, ¿no ha llegado el momento de entrar en una nueva etapa, con un nuevo hermano como prior? Entre los hermanos más jóvenes, unos quince nunca llegaron a conocer al hermano Roger, fallecido el 16 de agosto de 2005. Este es otro signo de que estamos viviendo un nuevo período en nuestra vida comunitaria.
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Tras consultar a todos los hermanos, nombré al hermano Matthew para “garantizar la continuidad”, como dice sencillamente nuestra Regla de Taizé. Anunciamos este cambio en julio, seis meses antes del relevo, que tendrá lugar el fin de semana del 2 y 3 de diciembre, coincidiendo con el primer domingo de Adviento. Y puedo decir que me ha conmovido mucho recibir, tras este anuncio, tantos mensajes y expresiones de amistad que muestran un verdadero apego a nuestra comunidad.
Examinando estos dieciocho años de servicio como prior de la comunidad, me siento particularmente feliz de haber podido vivir una continuidad con el legado del Hermano Roger. Pero no mirando al pasado, sino actualizando ese legado para que siga vivo hoy. Es esencial que estas intuiciones que nos inspiraron se adapten al contexto actual, y tendrán que volver a hacerlo en el futuro.
Agradecimiento
Puedo decir que sigo estando muy agradecido por lo que hemos vivido entre nosotros, los hermanos, y también por esta acogida a los jóvenes que continúa en Taizé hasta el día de hoy. Estoy sorprendido por la confianza de los jóvenes, por el diálogo que mantengo con ellos, ya sea sobre sus cuestiones personales, que comparten con gran sinceridad, o sobre los grandes temas de nuestro tiempo.
También ha habido pruebas: por ejemplo, la pandemia y sus múltiples consecuencias han marcado los últimos años, así como el aumento de los peligros ecológicos que preocupan y movilizan a tantos jóvenes que nos visitan, y ahora la tragedia de la guerra que golpea el suelo de Ucrania y de tantos otros lugares del mundo. Frente a todas estas crisis, es esencial que escuchemos lo que viven nuestros contemporáneos: en Taizé, no queremos vivir nuestra vida fraterna aislados del mundo, sino conjugar oración y solidaridad con los que sufren.
La misión como prior de la comunidad me ha hecho encontrar también personas que han sido víctimas de abusos espirituales o agresiones sexuales por parte de hermanos de la Comunidad, como ya dije públicamente en 2019. Puedo decir que pienso en estas víctimas y en su sufrimiento muy a menudo en mis oraciones. Tuvieron el valor de hablar y les estamos muy agradecidos por ello: sin su valentía, nunca nos hubiéramos enfrentado a este difícil pero necesario trabajo por la verdad. Quisiera reiterar aquí lo decisivas que fueron sus palabras para hacernos tomar conciencia del daño que sufrieron, y lo mucho que nos comprometen hoy a hacer todo lo necesario para que Taizé sea un lugar seguro para todos.
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