El reciente Sínodo de los Obispos, celebrado del 6 al 27 de octubre de 2019, ha situado en el centro de la preocupación mundial la Amazonía, cada vez más amenazada. Ha dejado un mensaje urgente: las cosas deben cambiar.
La región amazónica tiene casi treinta y cuatro millones de habitantes, de los cuales dos millones y medio son indígenas, repartidos en nueve países y la mayor parte entre Brasil y Perú. Inmerso en esta amplia realidad, el Sínodo ha propuesto cuatro cambios o conversiones, cuatro ejes para actuar: el pastoral, el cultural, el ecológico y el sinodal.
Un cambio pastoral, porque ante la magnitud de los problemas, la esperanza que nace del Evangelio es más necesaria que nunca. Hacer llegar el Evangelio es dar esperanza. Evangelizar, mostrar la belleza del mensaje de Jesús, es la misión de la Iglesia y no puede dejar de hacerlo.
Un cambio cultural, que pasa por fomentar la cultura del encuentro, respetando al otro y acogiendo las diferencias. El tercero, un cambio ecológico integral, que pasa por resituar a la persona humana en el centro de nuestras vidas y recolocar a la economía en su rol secundario y siempre al servicio de la humanidad. Para ello, por el bien de la persona, es absolutamente necesario el cuidado de nuestro planeta, que nos alberga y posibilita nuestra subsistencia.
Y, finalmente, un cambio sinodal, en el que caminemos todos juntos y en una misma dirección, aunque para ello sea necesario avanzar con más lentitud y más esfuerzo. Conviene promover una Iglesia misionera que sepa inculturarse en la comunidad, trabajar en red y corresponsabilizar a los laicos.
Visibilidad a lo invisible
Han sido casi tres semanas de diálogo intenso y de escucha profunda bajo la inspiración del Espíritu Santo. Gracias a este Sínodo, se ha dado visibilidad a una realidad a menudo invisible. El grito de los pobres se ha hecho oír en el mundo y ha calado en los corazones de los pastores participantes. Solo por este motivo valía la pena la convocatoria de este Sínodo.
El trabajo de los padres sinodales ha llevado a la elaboración de un documento final aprobado por las dos terceras partes de los asistentes. Este documento, a lo largo de sus 120 puntos, recoge la preocupación mundial por la Amazonía, ese corazón biológico que puede dejar de latir, si no lo remediamos, con el consiguiente impacto catastrófico para el conjunto del planeta. Algunos medios de comunicación han prestado únicamente atención a algunos puntos del documento, un poco más controvertidos, pero han dejado de hablar de la cuestión central: la ecología.
De la ‘cosita’ a la ‘cosa’
No podemos quedarnos con titulares sesgados, es necesario adentrarnos en la profundidad y grandeza de este Sínodo, que, como nos dice el papa Francisco, es “hijo” de la encíclica Laudato Si’. Sigamos su consejo de no encerrarnos en cuestiones menores, yendo a la “cosita” y olvidándonos de la “cosa”.
Nuestro mundo necesita grandes cambios, pero solo serán posibles si empezamos por cambiar cada uno de nosotros. Nunca es tarde para nuestra conversión. Animo a los expertos a difundir la riqueza de este Sínodo. Las periferias son importantes para el Papa y para la Iglesia católica, y esta asamblea de obispos lo ha vuelto a poner de relieve. Oremos ya desde ahora para que dé frutos abundantes en el día a día de la misión de la Iglesia.
(Publicado en La Vanguardia, domingo 24/11/2019)