En conversación con un amigo sacerdote acerca del Papa Francisco y su último viaje a Tailandia y Japón, compartíamos como que en la Iglesia dominicana los grandes temas que han dominado este papado no han tenido mucha repercusión entre nosotros, y hasta da la impresión, como que dichos temas se ignoran o no se abordan porque tal vez comprometerían e incluso aparecen personajes que añoran los anteriores pontificado de Ratzinger y Wojtyla.
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Por ejemplo el tema de ‘Amoris laeticia’ sobre la comunión a divorciados vueltos a casar, debatido en el Sínodo de la familia, no se oyó por ningún lado algún tipo de reacción o acción ante lo que Francisco exponía y dejaba en manos de las Conferencias Episcopales, de igual forma muchos tribunales eclesiástico han hecho caso omiso a lo que pide el Papa de agilizar los procesos, y todavía hay preocupación más por los asuntos técnicos de los juicios que una verdadera preocupación pastoral.
El mismo tema de la misericordia que tan cacareado ha sido por el papa Bergoglio, de cara a los inmigrantes, la situación de haitianos y ahora de venezolanos sigue igual en medio de nosotros, y nadie se atreve a decir algo al respeto, y por ahí anda gente hablando de muros y nosotros como Iglesia no nos hacemos voceros del Papa que ha llamado a que en vez de muros se hagan puentes y en hacer lo posible por integrar a aquellos que han salido de sus países no por gusto, sino por una real y dramática realidad.
Llamados que comprometen
El tema de la sinodalidad, del cual se viven haciendo foros y profundizaciones en el mundo, por acá en ciertos eventos pastorales que deberían ser ecos de este tema, ni se menciona, ninguna instancia de discusión o de estudio de nuestra Iglesia lo ha propuesto, así ocurrió con el sínodo de la Amazonía, las informaciones de los medios católicos nuestros no supieron suministrarlas a los medios nacionales y esto paso como si nada, cuando todos los días para el mundo se hacía una rueda de prensa para informar sobre las temáticas que diariamente se trataban allí, da la impresión que algunos en nuestros medios ni saben lo que es un sínodo y menos donde está la Amazonía y el porqué de su importancia.
Tal vez lo que mejor del papado actual se ha visto entre nosotros es la encíclica ‘Laudato si’, en algunos eventos que la han tenido de fondo y se han motivado discusiones y hasta congreso al respecto, pero los temas y preocupaciones del papa Francisco en nuestra Iglesia brillan por su ausencia, tal vez por esos ataques frontales de Francisco al clericalismo imperante entre nosotros, o la invitación a ser Iglesia en salida y pastores con olor a oveja, que son llamados que comprometen y desinstalan de nuestras poltronas bien adecentadas, de nuestro encerramiento en nuestros templos bien decorados y listo para una función semanal e impresionista, que exhaltan los corazones pero no despiertan las conciencias.
La Papalatría nunca es buena, la criticábamos mucho en tiempo de San Juan Pablo II, y debe ser así también en este pontificado si la hay en alguno, pero el asunto no es relativo a la persona de Francisco, sino en cuanto a los grandes temas que jalonan la Iglesia de hoy y se hacen en eco en la voz y las preocupaciones del Papa, pues la comunión con él, no es solo mencionar a Francisco en cada eucaristía, sino también en la preocupación por los problemas y expectativas que afectan a todo el rebaño.