Tribuna

La delicadeza de la mujer

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Cuando Dios decidió crear la humanidad, hizo un plan perfecto para el hombre y su pareja. Él puso amor en sus corazones para que la canción perfecta del género humano suene maravillosamente por los siglos de los siglos. La mujer y el hombre no pueden vivir el uno sin el otro; son complementarios.



En contra de los prejuicios que creen erróneamente que la religión menosprecia a las mujeres, la realidad es otra. Todos los grandes profetas, como Abraham, Israel o Muhammad (que la Paz sea con ellos), no hubiesen sido hombres perfectos sin la participación activa de sus mujeres en su misión como padres fundadores de la civilización.

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Amor y comprensión

La mujer necesita del hombre amor y comprensión. La mujer es más inteligente que el hombre emocionalmente hablando; ella quiere ver en el hombre un bálsamo espiritual frente a la dimensión terrible de la existencia. El hombre, por su parte, percibe la mujer como una princesa en el sentido romántico de la expresión; es decir, quiere ver a la mujer como el símbolo de la feminidad y la fertilidad.

El cosmos, según la filosofía del Tao, obedece al logos, que pone orden y armonía gracias a dos principios vitales sin los cuales no habría vida: el yin y el yang. Dicho de otra manera, el principio femenino y masculino.

La delicadez de la mujer consiste precisamente en guardar el equilibrio en el funcionamiento vital. Por eso debe ser tratada con amor y ser vista como un tesoro cuyo valor es incalculable por el hecho de poseer una psique delicada. La mujer es un enigma sin resolver…