Es magisterio, es evidente, no pontificio, pero magisterio de la Iglesia. Una vez más, Francisco, ha sorprendido a todos, nos ha pillado con el paso cambiado.
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Citando a Madeleine Delbrêl, la mística de las periferias, convirtiendo su poema en oración, nos ha regalado algo sorprendente al reconocer que, el documento final de la XVI Asamblea del Sínodo de los Obispos sobre la sinodalidad, era suficiente y con indicaciones concretas como para no necesitar él escribir una exhortación.
Escucha del Espíritu
Francisco reconoce y nos invita a reconocer el valor del camino sinodal recorrido. Nos ha dado al pueblo de Dios, del que él forma parte como ha repetido insistentemente, lo que el Pueblo de Dios ha dicho bajo la escucha del Espíritu. Y, ahí, no acaba todo.
Como Francisco es Francisco, seguirá escuchando a los obispos y a las Iglesias a ellos confiadas. Es decir, la escucha es ya algo establecido, circular, de doble dirección. Y necesitaremos aprender a fiarnos más los unos de los otros, a perder miedos inútiles, a pedir, por ejemplo, Asambleas Nacionales y Continentales para ver cómo vamos viviendo ser Iglesia sinodal. Porque no paramos, sino que continuamos.
Claridad y sencillez
Al inicio del Sínodo, en aquel ya lejano octubre de 2021, donde todavía manteníamos las distancias por la pandemia y cubríamos nuestro con mascarillas, Francisco nos invitó a aproximarnos y a hablarnos con claridad y sencillez tras escuchar al Espíritu. Ya en la inauguración se habló de la posibilidad de, llegados al final del Sínodo, devolver el documento al pueblo de Dios para que fuera este quien, una vez leído con tranquilidad, lo devolviera a Secretaría General para su Publicación.
Francisco ha ido mucho más lejos al convertir al Pueblo de Dios en el autor de la exhortación. Sí, estamos ante la primera exhortación del Pueblo de Dios.
Sabemos que el Sínodo no tiene capacidad jurídica para cambiar las leyes, pero sí para hacer sugerencias y propuestas. Hemos sido capaces de escribir un texto con sutilezas que hay que descubrir, con palabras que se cambiaron para ampliar posibilidades, con conversaciones previas que nos mostraron realidades diferentes de una misma situación. Es un texto con intrahistoria que estamos invitados a descubrir juntos.
Trabajado y reflexionado
Tenemos un documeno abierto que, no siendo perfecto, nos permite ir haciendo realidad lo que el Espíritu nos ha ido indicando según las necesidades pastorales, los contextos geográficos, las realidades culturales. No negaré que algunos y algunas, pudieron poner trabas, pero, al final, me quedo con lo bueno. Un documento trabajado, reflexionado que nos ha sido devuelto en un acto de valentía pastoral, y coherencia sinodal por parte de Francisco.
No hay prisa, cada Iglesia a su paso, con su tiempo, a su ritmo, pero empezando a ensanchar el espacio de la tienda porque, como ha vuelto a recordar Francisco hay que hacer espacio para todos, todos, todos…