Tribuna

La fuerza de la creencia en las falsedades

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En Puerto Rico y en tantos países tenemos una gran experiencia en eso de promover falsedades como si fueran verdades cardinales, como si retarlas fuera un intento por ignorar que, desde que el mundo es mundo, las cosas son como las dictan los que mandan, o, mejor dicho, los que se creen con derecho a mandar. Inclusive, cuando no se encuentran argumentos basados en la experiencia natural, se reclama a Dios para alegar que esa es la ley divina.



Entre esas falsedades que muchos creen con gran firmeza está la idea de que los varones son superiores a las mujeres. Se afirma que eso es así “desde que el mundo es mundo” y que, si la razón dice otra cosa, se puede echar mano de la religión mal aprendida de que así lo manda Dios. La verdad es otra y no sería difícil de entender, si de verdad queremos aprender. La inteligencia, el valor, la justicia y el perdón no tienen sexo. Todos los seres humanos somos capaces de las gestas más gloriosas o de actos oprobiosos.

Ricos y pobres

Los ricos lo son porque son mejores que los pobres, porque son los que pueden poner los capitales para que los pobres trabajen y obedezcan, que es lo que les corresponde “desde que el mundo es mundo”. La mala noticia para esa creencia es que es otra falsedad gigantesca, que no aguanta escrutinio de la razón y, mucho menos, de la fe religiosa. Los ricos son ricos porque controlan riquezas –sean heredades o sean gestionadas– mientras los pobres son los que por más que se esfuercen y trabajen ven cómo otros salen por la puerta ancha cargando las riquezas que entre todos produjeron.

Los pueblos y las naciones pequeñas tienen que estar arrimadas, sometidas, a los imperios y los países ricos, porque ellos son los que tienen la fuerza de la razón y la ciencia, mientras que los reclamos por la independencia y a la libertad se basan en ideas muy bonitas, pero de eso no se come. La historia de los seres humanos, de la civilización, está llena de ejemplos de cómo las luchas por la libertad y la dignidad de los pueblos sometidos a reyes, principados extranjeros y potentados no solo han tenido éxito, sino que han sembrado muchas veces el porvenir.

Elige tu lugar en el mundo

Las bombas nucleares son necesarias porque garantizan la paz, pues “desde que el mundo es mundo”, la amenaza de la extinción es la principal manera de mantener la paz. Esa creencia tan absurda nos tiene al borde de la extinción total de la raza humana, mientras las guerras siguen descuartizando lo que queda de la civilización y siguen destrozando a millones de seres humanos. Haga una prueba sencilla. Trate de rezar o al menos meditar unos segundos por cada ser humano liquidado en las guerras desde que se inventaron las malditas bombas atómicas que vendieron como supuesta garantía de la paz.

Pero no se trata solo de las creencias sobre temas políticos o de la organización social. Si miramos dentro de nuestras almas, podremos ver cuántas creencias falsas utilizamos para negarle al prójimo bienestar y las bendiciones que a todos corresponden porque, a la larga, todos fuimos creados iguales.