Es común escuchar en estos tiempos que a los jóvenes nada les interesa más que ellos mismos, que ya no participan en la Iglesia, no van a misa, algunos ni siquiera se casan o bautizan a sus hijos. Sin embargo, mi experiencia desde hace ya casi 30 años es distinta. Los jóvenes nos están pidiendo a gritos que les escuchemos. Hoy, esta nueva generación relacional busca más profundo y más adentro que nosotros. No se dejan llevar por las formas y apariencias, por las respuestas a preguntas que no son las de ellos. Buscan el futuro y la eternidad en la hondura del presente, del aquí y ahora, en las raíces y en el origen.
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El origen de Scholas Occurrentes se remonta al año 2001, cuando Argentina vivía una profunda crisis política, económica y social. Fue ahí cuando el entonces arzobispo de Buenos Aires, Jorge Mario Bergoglio, me pidió que reuniera a jóvenes de diversas tradiciones para escucharlos. Lo que comenzó como un simple encuentro terminó siendo un proyecto que desarrollaba la participación ciudadana plasmado en una ley.
En el año 2013, Bergoglio se convierte en el papa Francisco y ve que la crisis de la educación no era un problema argentino, sino del mundo entero. Así fue como, el 13 de agosto de ese mismo año, lanza Scholas al mundo.
Uno en la diversidad
Desde entonces, todos los jóvenes de distintos países del mundo que han pasado por Scholas nos han demostrado que quieren comprometerse con su presente. El arte y el juego les re-crea y los diversos lenguajes del corazón, las manos y la mente les armoniza. Por eso Scholas propone una educación que genere sentido, con espacios para el arte, el juego y el pensamiento, para que surja la creatividad.
Esta es la generación del espíritu, de las redes y de la comunidad. La relación y el cambio les va definiendo en cada paso del camino incierto y misterioso. No se conforman con definiciones que tapan su sed profunda de sentido, con razonamientos que tapan la profundidad del Ser.
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