“¡Oh amor, que cautivas a Jesús en María y a María en Jesús!. Cautiva mi corazón, mi espíritu, mis pensamientos, mis deseos y afectos en Jesús, y establece a Jesús en mí, para que yo me llene de él, y él viva y reine en mí cumplidamente”. (San Juan Eudes)
En estos días, celebramos la mejor época del año, porque muchas instituciones hacen un alto en el camino para descansar, tomar un nuevo aire y volver con más animo al nuevo año.
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Para nuestro ciclo litúrgico ya hemos celebrado el adviento como el tiempo de espera del Señor y nos preparamos para la gran celebración del misterio más hermoso para toda la humanidad que es el nacimiento de nuestro Señor Jesucristo. La fecha es algo convencional que ya está arraigada en el corazón de nuestras culturas.
Se embellecen los entornos
En esta época del año, muchas personas tienen bonitas experiencias a través de la novena de Navidad, en el caso de algunos países como Colombia y Ecuador, y en otros países como México y Venezuela las posadas; las ciudades son iluminadas con arbolitos, pesebres y calles alumbradas con diferentes diseños por esta época del año. Todo esto genera un ambiente de que algo esta cambiando para bien, se embellecen las ciudades y las personas se vuelven más afectuosas.
“En efecto, María sólo lo llevó en su seno durante nueve meses, en cambio lo lleva en su corazón desde el primer momento de su vida y lo llevará eternamente” (San Juan Eudes, OC VIII, 125). Porque el nacimiento de Jesús hace parte de una fiesta que nos acerca a la ternura, una cultura que ha venido revalorándose en nuestras sociedades, ya no se celebra simplemente una fecha puesta en el calendario, sino una gran fiesta de encuentros a través de la liturgia en la eucaristía del nacimiento y en diferentes hogares alrededor del pesebre o el árbol de navidad.
Adviento y Navidad
En primer lugar, se explica en esta época del año que el Adviento significa la llegada esperada de alguien y que esta espera debe ser activa y gozosa en la esperanza del Mesías como salvador. Luego, se describe en san Mateo y en san Lucas ven la Navidad como la llegada del Mesías esperado por Israel y por toda la historia humana.
Finalmente, se señala que los pastores representan a los pobres a quienes se les anunció a Jesús y que la estrella que guía a los Reyes Magos a Belén, por eso esta época es un tiempo para la esperanza gozosa de Jesús que viene a nosotros en la historia, se encarna y quiere salvarnos desde nuestra misma humanidad.
El sentido de la navidad
“Cristo nos ha encontrado mientras yacíamos “en tinieblas y sombras de muerte, es decir, oprimidos por la larga ceguera del pecado y de la ignorancia” (Beda, el Venerable, siglo VII-VIII).
La navidad es tiempo para que nosotros entremos en contacto con Dios, que se hace hombre, se encarna en nuestra humanidad, esto lo reconocemos en el común sentir de los cristianos, los relatos del nacimiento de Jesús y la celebración de la Navidad constituyen una fiesta para el corazón.
El significado del pesebre
Todo acontece en el establo, ante el pesebre, con el Niño entre el buey y el asno, la Virgen y el buen José, los pastores y las ovejas, la estrella, las artes y las profesiones, la naturaleza, las montañas, las aguas, el universo de las cosas y de los seres humanos, todo sé congracia y se reconcilia ente el Recién Nacido.
Que interesante que todo nos hable de Dios, que estas navidades sean un pretexto para tener un encuentro personal con Jesús vivo o como lo hemos dicho en varios artículos de vida nueva: “el viviente”.
¿Qué hacemos frente al nacimiento de Jesús?
El sentido del nacimiento de Jesús en Belén: todo comenzó en Belén (Bet-lehem: casa del pan), una aldea rodeada de estepas desérticas, a unos ocho kilómetros de Jerusalén.
El está en medio de nosotros, el Emmanuel, el Dios-con-nosotros: «Nos ha nacido hoy un Libertador, que es el Cristo Señor» (Lc 2, 11). Lo que nos interesa en la Navidad es el de conocer el significado religioso del Niño, que está ahí para ser recibido por nosotros no en un frío establo, sino en el calor de nuestros corazones llenos de fe, de amor y ternura.
Este es el significado de celebrar el nacimiento en nuestras comunidades y hogares: la Navidad significa la inocencia, la reconciliación, la transparencia divina y humana de las cosas más banales y el sentido desinteresado de la vida, encarnado todo ello en el divino niño aquí, en la Navidad.
Por eso el pesebre que ya nos dejó como costumbre san Francisco de Asís, revela que la eterna juventud de Dios penetró este mundo para nunca más dejarlo; que en la noche feliz de su nacimiento nació un sol que ya no ha de conocer ocaso. (Cfr. Leonardo Boff “Jesucristo Liberador”, capítulo 9, Sal Terrae 1980, pp. 169-187).
En el próximo artículo explicaremos sobre el sentido del nacimiento de Jesús y nuestros sueños.
Por Wilson Javier Sossa López. Sacerdote eudista del Minuto de Dios