Son más de 700 alumnos, en su mayoría mujeres, los inscritos en el Curso online de Teología de la Mujer de la Coordinadora de Teólogas Italianas. “Una respuesta que rebasó con creces nuestras expectativas y que amenazó incluso con superar nuestros medios técnicos. Tuvimos que poner un poco más de imaginación”, explica Cristina Simonelli, presidenta de la CTI.
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Lucia Vantini, directora del curso, habla de “un punto de vista diferente sobre la forma de explicar a Dios”. Está sorprendida, pero, al mismo tiempo, explica que “al fin y al cabo, los que más escuchamos el presente, no nos hemos sorprendido tanto. De alguna forma, lo esperábamos”. ¿Por qué florece así esta necesidad de conocimiento teológico?, ¿y por qué entre las mujeres?
La pandemia ha sido uno de los factores, aunque no el único. “El momento particular que estamos viviendo ha propiciado la educación a distancia. Al tiempo, un cierto cansancio espiritual ha empujado a muchas personas a buscar más allá de las narrativas dominantes”.
“Quizás podamos compararlo con el fenómeno de los ríos subterráneos que, una vez llega su momento, emergen y se convierten en lago”, indica Cristina Simonelli. “Por supuesto, ahora estamos en un momento de crisis, y la crisis es siempre una oportunidad de epifanía, de manifestación de deseos y necesidades, de las ganas de cambiar, tanto en el seno de la Iglesia como en el de la sociedad. Y esto nos lleva a la curiosidad de intentar encontrar algo en otro lugar. Y este interés es transversal porque entre las colaboradoras y entre los matriculados en el curso, tenemos personas nacidas entre los treinta y los cuarenta y mujeres de los noventa, sin huecos generacionales. Nuestra asociación tiene 160 miembros lo que supone que por cada teóloga hay muchas personas que estudian. Se han inscrito al curso comunidades, incluso las no católicas, o grupos familiares. También hay inscripciones individuales como las 26 de la Congregación de las Cooperadoras Pastorales de Treviso. Hay monasterios que se reúnen en la sala capitular para ver los videos de las lecciones. Es una hermosa experiencia la de ver a distintas religiosas de clausura, –clarisas o benedictinas–, juntas para escucharnos. Lo mismo ocurre en la Sororidad de Mantua, mientras que las mujeres de la Federación de Iglesias Evangélicas Italianas han ofrecido becas a cinco denominaciones de iglesias protestantes, dos para cada una. Para la segunda edición afrontaremos mejor los retos que se nos han presentado en esta”.
Aún vendrán tiempos difíciles. “La teología siempre tiene que ver con la esperanza, y este es un momento marcado por la resignación. Se necesitan palabras y prácticas compartidas en las que experimentar la resistencia a las narrativas cansadas y, al mismo tiempo, la fuerza para saber leer la realidad de otra manera, para renacer, a pesar de todo. No podemos limitarnos a sufrir o preocuparnos por lo que está muriendo. Necesitamos esa sabiduría del renacimiento en la que las mujeres parecen confiar especialmente”, explica Lucía Vantini.
Hay varias preguntas y observaciones que provienen de las participantes del curso. Muchas muestran cierto asombro por las lecturas bíblicas que desentierran personajes e historias femeninas. Las clases de las biblistas Marinella Perroni y Silvia Zanconato han despertado sorpresa, entusiasmo y deseo de profundizar en el estudio. Algunas nos invitan a prestar aún más atención al aspecto ecuménico, ya que no solo hay inscritos alumnos católicos.
Muchas piden a las teólogas que hablen más sobre la pastoral LGTBI o sobre el tema de género. “Siguen esperando un consuelo, un camino, una indicación para avanzar hacia la libertad. Aquí se sienten en un espacio libre porque partimos de las cosas que queremos decir, desde lo positivo y sin dejar de tener en cuenta lo negativo respecto al papel de la mujer en la Iglesia. No nos conformamos con ser excluidas. Tenemos un recorrido que ponemos a disposición de los alumnos y para nosotras esto también es silenciosamente transgresor porque nos empodera, nos da fuerza. No es que escondamos la discriminación, pero no queremos dejarnos dictar por una menor consideración de nosotras mismas, porque no necesitamos permiso, somos libres. Para dar un ejemplo, utilicé en mi clase un libro de la periodista e historiadora de la mujer Valeria Palumbo, Non per me sola, que recrea la historia de Italia a partir de las escritoras. Parte del hecho de que el llamado canon literario todavía en uso en las escuelas, utiliza pocas escritoras. Palumbo no se queda en esto, sino que ofrece una alternativa. Decimos ciertas cosas, pero desde una posición de conciencia, no desde una posición victimizada”, indica Simonelli.
Método constructivo
“La pregunta que más me ha llamado la atención y que muchos se han hecho –subraya Lucía Vantini, que centra su enseñanza en la Teología de la mujer–, se refiere a nuestro método constructivo, no destructivo. Explicamos que nuestro partir de lo positivo no se cifra en ignorar todo lo negativo que nos rodea. Es un gesto transgresor, poderoso que autoriza nuestras palabras y prácticas, que nos devuelve al mundo como sujetos que piensan, hablan y actúan. Está en juego otra forma de crear memoria. También nos han pedido que expliquemos nuestra relación con los teólogos y, en general, con el mundo masculino. Insistimos en que la teología de la mujer no es una teología solo para mujeres. Por supuesto, las mujeres tienen aquí la raíz de su singular libertad, la oportunidad de no ser solo un eco de voces ajenas, casi sin cuerpo. Sin embargo, la propuesta es que, en la experiencia femenina, en la interpretación femenina del mundo, hay algo que compartir con todos. De hecho, en la parcialidad de cada investigación y cada perspectiva, muchas veces se agita un elemento vital que puede volver a entrar en las comunidades, regenerarlas y hacerlas más justas. Y luego están las preguntas de los hombres, esencialmente centradas en un punto: ¿están de acuerdo las teólogas en que los hombres también hagan el curso? Decimos que sí, siempre y cuando el hombre sepa que es solo un hombre, no toda la humanidad, sino una parte de ella. Destacamos el sesgo de género, el hecho de que todos representan una parte de la humanidad. Pero nunca se ha planteado el problema de si el curso estaba dirigido solo a mujeres, porque también estamos acostumbradas a hablar con hombres. La Coordinadora de Teólogas Italianas tiene miembros masculinos, que pueden unirse si aceptan partir de su parcialidad masculina”, explica Simonelli.
Aunque las teólogas llevaban tiempo hablando de ello, la idea que llevó a la realización del curso, con la colaboración decisiva de Presenza Donna, fue la de Serena Noceti, quien, en su clase, aborda la cuestión eclesiológica feminista. No se centra solo en reclamar un espacio. De hecho, su exposición se abre con la imagen eclesiológica, tomada por la teóloga feminista estadounidense Letty Russell, de la mesa de la cocina.
Metáforas y modelos
Es una metáfora –explica Vantini–, del imaginario banquete evangélico que refleja el sueño de una Iglesia en la que se puede experimentar realmente la libertad de las hijas e hijos de Dios. Noceti explica que no es solo una cuestión de metáforas, sino también de modelos, de procesos de institucionalización, de estrategias y sobre todo de subjetividad. Evidentemente, la cuestión ministerial es parte del debate, pero se trata de repensar la raíz bautismal de la ministerialidad, no de crear inclusiones en espacios rígidos. La teología de la mujer va más allá de pedir entrar en algo que ya existe, porque se ocupa de cómo está estructurada la casa misma y de cómo viven las personas en ella.
La contribución de Elizabeth Green muestra cómo cierta imagen patriarcal de Dios se ha asentado en nuestro orden simbólico y cómo la vida de las iglesias sigue reforzándola. Sin embargo, se insiste en que el problema no es que se diga que Dios es masculino, sino que se use esta masculinidad para excluir lo femenino, para jerarquizar las diferencias. “No se trata de hacer de Dios un ser femenino o de proyectar en él la complementariedad de género, sino de mostrar, por ejemplo, cómo Sofía, la Sabiduría, también contribuye a representar al Dios Trinitario”, explica la directora del curso.
Y si Adriana Valerio recuerda que hay que aprender a recordar de otra manera, porque la historia del cristianismo está cuajada de una herencia preciosa que también proviene de las mujeres, sor Antonietta Potente lleva la vida religiosa más allá de la memoria institucional, hasta el vínculo ancestral entre lo divino y la mujer, algo que se olvida, pero que, de hecho, resurge continuamente y de muchas formas distintas.
*Artículo original publicado en el número de febrero de 2021 de Donne Chiesa Mondo. Traducción de Vida Nueva