Tribuna

La voz de Norteamérica en el Sínodo: Leticia Salazar

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Delegada de la Orden de la Compañía de María Nuestra Señora al Sínodo de América del Norte; canciller de la diócesis de San Bernardino y representante del Sínodo. Miembro del equipo de redacción del Sínodo Nacional de Estados Unidos y del grupo de trabajo del Sínodo de América del Norte. Está entre los testimonio del proceso sinodal de las asambleas continentales.

Que la relación entre el clero y los laicos tenga en cuenta también sus carismas

“El Espíritu nos está regalando una nueva manera de ser Iglesia, la sinodalidad. Es la forma de vivir una actitud de escucha del Espíritu, presente y activo en cada uno de nosotros, y de discernimiento común”. Es una oportunidad para reconocer a Dios en el don y el carisma de cada persona y en la reflexión de las mujeres, intuiciones compartidas por la sencillez de la vida cotidiana, que expresan valores y actitudes fundamentales en este camino sinodal.



Se ha alentado a la Iglesia en América del Norte a “reconocer, discernir y promover el papel de la mujer, para que pueda tener una mayor presencia en la Iglesia” (ver Síntesis Continental de América del Norte, n. 19). En virtud de nuestro bautismo, cada persona tiene el don de contribuir a la misión de la Iglesia. Sin embargo, nuestras estructuras eclesiales actuales se prestan a privilegiar posiciones y roles sobre los carismas. En el proceso sinodal reconocimos la llamada a convertirnos en una Iglesia corresponsable. La corresponsabilidad requiere tanto el reconocimiento de los carismas de los demás como el respeto por la contribución única de cada persona a la misión de la Iglesia.

Sinodo Vision

Entre las cuestiones que merecen mayor atención y consideración a nivel universal está la de ampliar nuestra imaginación eclesial para ir más allá de los actuales modelos clericales de gobierno en la Iglesia. La sinodalidad ofrece una tercera vía, que es unívocamente cristiana. Tiene su propia metodología, eclesiología y objetivos. Esperamos que durante la asamblea sinodal estos puedan articularse y también contrastarse con los modelos actualmente existentes. Estamos llamados a avanzar hacia la articulación de la relación entre sinodalidad, dignidad bautismal, corresponsabilidad y misión para sugerir nuevos modelos de actividad ministerial. La idea es articular la relación entre el clero y los laicos de una manera que tenga en cuenta no solo su vocación o estado de vida particular, sino también sus carismas. Existe un deseo global de un mayor reconocimiento y participación plena e igualitaria de las mujeres en la Iglesia Católica (Ensancha el espacio de tu tienda, n. 63-64).

Echar raíces

Si la Iglesia no actúa para trabajar junto con las mujeres para que puedan aportar sus dones y tener una mayor voz en la toma de decisiones, perderá las ricas contribuciones de una parte importante de sus miembros. El desafío es caminar juntos, no en oposición. Requiere respeto, aprecio y reconocimiento de un carisma. El documento afirma que “las mujeres que participan en los procesos sinodales quieren que la Iglesia y la sociedad sean un lugar de crecimiento, de participación activa y de sana pertenencia” (Ensancha el espacio de tu tienda, n. 62). Para que la sinodalidad eche raíces, será necesario reinventar la forma en que formamos tanto al clero como a los laicos”.


*Artículo original publicado en el número de octubre de 2023 de Donne Chiesa Mondo. Traducción de Vida Nueva

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