De algún modo hemos tenido referencia de las películas de Disney llamadas Intensamente. Se trata de una película animada estadounidense en donde están personificadas distintas emociones: Alegría, Desagrado, Furia, Pesimismo, Temor, Tristeza, Ansiedad, Envidia, Aburrimiento, Vergüenza y Nostalgia. Allí interactúan de modo individual, en nosotros lo hacen de modo colectivo.
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No deja de ser interesante verlas para así reconocerlas mejor en nosotros mismos, los encierros y libertades que les ordenamos y, en definitiva, el modo en que nos dominan, nos identifican y las usamos.
Un sabio señor supo decir que seremos libres cuando sepamos quienes somos, es decir cuando nos conozcamos y quitemos nuestras máscaras para mostrarnos fuertes y a la vez vulnerables, advertidos de que las emociones nos hacen reaccionar de diferentes modos y que allí están y estarán adquiriendo valor moral en la medida que las usemos para bien o para mal. Repito lo importante es reconocerlas, no temerles y usarlas para bien.
En esta sociedad de consumo se está imponiendo un mercado que ya no va tanto por el lado de lo material; los nuevos productos de moda y que marcan tendencia son las emociones. Todo invita a consumir emociones.
Hace un tiempo eran las publicidades que con un vino, una crema humectante u otros productos nos garantizaban disfrutar de placeres. Ese estilo casi imperceptiblemente se ha direccionado hacia el sentir por sentir y sentir para mí. No se escatima gastar dinero para una comida o estar un rato en un lugar exótico, en comprar ropa costosa por su marca. Es frecuente ver padres que por autocomplacencia, ansiedad, temor, envidia o lo que sea compran cosas a sus hijos para sentir ellos sin detenerse en la necesidad de los niños. Ropa y cena de egreso desde el nivel inicial pasando por todas las etapas, cumpleaños y estilos de logros que terminan empachando a los niños y jóvenes y generando una saciedad sin fin.
Gratuidad
Quizás desde las varias décadas que tengo opino quejosamente diciendo que hace rato el saber fue reemplazado por el tener y ahora por sentir, de modo genuino o no.
Las emociones son gratuitas y como todo, si las compramos o las forzamos, no nos satisfacen.
Como otras veces invito a leer el Evangelio como un libro que cuenta la vida de Jesús y sus amigos. Aparecen todas las emociones de Intensamente y no necesariamente en los malos, aparecen en todos, también en Jesús que se enoja con Pedro, que se entristece con Lázaro, que se alegra por la presencia de Dios y así con otras situaciones y personas.
La mayor de todas es la alegría. La Alegría que gratuitamente y en el corazón de forma duradera nos avisa la presencia de Jesús, la alegría de amar al prójimo, la alegría de compartir.
No se compran, las ofrecen los corazones buenos.