La experiencia profética de Isaías cuestiona nuestra forma de mirar: “¿No se acuerdan de lo pasado, ni caen en la cuenta de lo antiguo? Pues bien, he aquí que yo lo renuevo. Ya está en marcha, ¿no lo reconocen? Sí, pongo en el desierto un camino, ríos en el páramo” (Is 43, 18-19).
El padre Guillermo Acero explica el dramático contexto histórico de ese Segundo Isaías, quien vive la situación del exilio, sin tierra, sin templo, sin organización ni identidad. Carlos Mesters anota que aquel pueblo aplastado y desintegrado no dejó de creer. “Redescubrieron la novedad de la presencia escondida de Dios y lograron transformarla en Buena Nueva para los pobres”. ¡Pudieron ver! Estaban ciegos, se encerraron en el pasado y eran incapaces de percibir la novedad de Dios, entrando en la historia. Soñaron con un mundo nuevo.
Algo nuevo está naciendo, ¿no lo notan? Es la invitación a que “demos el primer paso”. Un nuevo paso después de décadas de guerra requiere de una mirada nueva que el Papa describe en Laudato si’: una mirada que vaya más allá de lo inmediato; integral e integradora de todos los aspectos; una mirada distinta, un pensamiento, una política, un programa educativo, un estilo de vida y una espiritualidad que tengan en cuenta todos los factores de la crisis mundial. La mirada de la ecología integral.
Pero, ¿qué va a ver Francisco? ¿Cuál es ese país que habitamos más allá de las apariencias y la post-verdad? ¿Cuál es la Colombia esencial que debemos redescubrir? El Papa verá playas del Caribe; las del Pacífico y las que tras la gran serpiente del Amazonas se conectan por Brasil al Océano Atlántico no las verá directamente, sino a través de los ojos y sonrisas de quienes salgan a su encuentro en un recorrido que refleja el centralismo del país. La biodiversidad del trópico y la cercanía del cinturón ecuatorial se expresará en el multicultural colorido de las mesas, las calles, las plazas, las almas.
En redes sociales y pancartas alcanzará a vislumbrar que la Colombia de la Magia Salvaje sobrepone a los mapas de ecosistemas estratégicos otros con cicatrices de combates violentos, parches inmensos de cultivos de uso ilícito, rastros de desplazamiento forzado, huellas que amplían las fronteras agrícola pecuarias, anteojos nublados por los llantos de osos, guacamayas, iguanas, tortugas, chigüiros, y tantas y tantos seres humanos también en vía de extinción.
El Evangelio de la Creación en estos sagrados territorios se ensombrece por conflictos de intereses, no solo por la apropiación de tierras, la contra-reforma agraria, las vías de circulación del narcotráfico, sino ahora por una enconada pugna por hacerse al botín de los bienes del subsuelo.
Francisco visitará un país donde, después de un Acuerdo y un Nobel de Paz, han asesinado líderes y lideresas sociales que defienden territorios y claman justicia distributiva con los predios.
Este es el país donde el 63% de glaciares se derriten, el agua no es un derecho fundamental sino un negocio y los ríos agonizan intoxicados de basuras y excrementos, en caldo de mercurio, cianuro e indolencia.
Tiempo de reinventar
En Laudato si’ el Papa recuerda que la Carta de la Tierra invita a todos a dejar atrás una etapa de autodestrucción y a comenzar de nuevo: “que el nuestro sea un tiempo que se recuerde por el despertar de una nueva reverencia ante la vida; por la firme resolución de alcanzar la sostenibilidad; por el aceleramiento en la lucha por la justicia y la paz y por la alegre celebración de la vida”.
Las consultas populares en Piedras, Cabrera y Cajamarca son un signo elocuente de que es necesario replantear la política minero energética del país y, sobre todo, repensar con cordura el modelo de “desarrollo”, acaso con la sabiduría del Sumak Kawsay, la osadía de las tecnologías apropiadas y la valentía de la soberanía alimentaria.
La naciente Alianza Colombia Libre de Fracking refrenda la necesidad de debatir con transparencia el ordenamiento territorial, los riesgos ambientales y los indicadores económicos de una práctica rechazada en otros lugares pero que hoy aparece en los mapas del Piedemonte Llanero, el páramo de Sumapaz, San Martín (Cesar), Caquetá.
Esa mirada de la ecología integral obliga al surgimiento de una democracia profunda que venza al monstruo de la corrupción, promueva una gestión pública transparente y oriente la responsabilidad socio-ambiental de las corporaciones privadas. El cuidado de los bienes comunes implica una cultura ciudadana para compartir lo público.
El Papa dice que “sin la presión de la población y de las instituciones”, los políticos “no superarán la lógica eficientista e inmediatista de la economía y de la política actual” (Cf. LS 181). Invita al diálogo honesto y transparente para discernir si un proyecto aporta al desarrollo humano integral priorizando el valor indiscutible del agua (185), consultando a los habitantes locales (183), guardando el principio de precaución (186) y manteniendo un criterio en ético en relación con los datos científicos y las interpretaciones jurídicas ( 183, 187, 188).
Retomando el contacto con la tierra
En el Evangelio de Juan se narra catequéticamente la curación de un ciego de nacimiento. La tierra, la saliva, el barro, el agua de la piscina de Siloé, entran en la escena del paso de la vivencia de ceguera a experiencia de la luz. Aquel hombre vio primero con sus ojos y tiempo después con otra mirada más profunda, pudo reconocer al Mesías, al que cura, sana, salva aun en medio del escepticismo y el miedo al qué dirán.
La invitación de Francisco a caminar por el mundo cantando “Alabado seas” en coro con todo lo creado tiene en Colombia un momento excepcional. Es un canto en RE Mayor. Un pentagrama para recomenzar, regenerar, restaurar, renovar, reinventar. Esa mirada nueva más allá de lo evidente y ese primer paso hacia la reconciliación y la esperanza nos impulsan a hacer germinar la vida allí donde sólo se esperaba soledad y muerte. Son los caminos a través del desierto, la sorpresa del agua que fluye donde no había vegetación.
Por eso, discernir y restaurar, son dos verbos que acompañan el ver, el otear, el saber mirar. Dentro de los muchos ejemplos para articularlos, vale la pena considerar el legado de Thomas Van Der Hammen, quien, siendo genio apasionado de las ciencias ambientales, se dejó inspirar por la espiritualidad de Francisco y Clara de Asís. La reserva que lleva su nombre en Bogotá es sólo una concreción de su trabajo, pues la directriz de restaurar ecosistemas siguiendo la estructura ecológica principal de la región aplica en toda parte del planeta.
Y si en Colombia, aprendemos a convivir con la hermana agua, buscando cumplir los objetivos de desarrollo sostenible en cada territorio y organizando las instituciones en redes que custodien la salud de los biomas y cuencas hidrográficas, habremos dado el primer paso a la justicia y abriremos los ojos al Misterio para celebrar “por fin y para siempre una segunda oportunidad sobre la tierra” (Gabriel García Márquez).