Tribuna

Los desafíos de los católicos en Chile

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Chile es un ejemplo de una ampliación de la conciencia en varios aspectos. ¿Cómo sería ello posible si las noticias desde el 18 de octubre de 2019 han mostrado un país con una profunda fractura social?



La respuesta a ello es que ante el cambio de época al cual estamos asistiendo existe una enorme tensión entre la resistencia de un ethos racionalista y el nacimiento de otro más holístico.

En efecto, pareciera renacer un nuevo anhelo de comunidad en frente al materialismo exacerbado que nos heredó la modernidad, la cual intentó homogeneizarnos a nivel cultural e ideológico con una mirada en la cual se hizo sinónimo de comunidad al mercado. Nuestras relaciones sociales se enmarcaron entre los intereses particulares en una lógica de oferta y demanda.

Así nacieron ciudades cuyo único elemento ordenador fue el valor del metro cuadrado del territorio, en el cual la educación y salud se comprendían como bienes de consumo y las relaciones entre autoridad y ciudadanía eran distantes tras de una lógica de políticos profesionales que desde su papel transaccional se fueron desacoplando del concepto de servicio público.

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Después de las elecciones

Hoy en Chile, tras las elecciones del pasado 15 y 16 de mayo recién pasado, se inició un nuevo ciclo en la vida republicana del país. Un nuevo constituyente electo por votación popular entregó un apoyo amplio a los independientes y activistas políticos /sociales para que entreguen los lineamientos de un nuevo pacto social.

Sus sensibilidades son múltiples, van desde la sostenibilidad medioambiental, ecofeminismo, reconocimiento de los pueblos originarios, cambios estructurales en materia de educación, salud, pensiones, entre otros aspectos de una sociedad chilena que se presentó como un país que crecía en lo económico, pero que iba gradualmente pulverizando su tejido social hasta que llegó el momento en que nos desconocimos como nación.

¡Habíamos perdido el nosotros! Y con ello la visión de un futuro compartido, ya que nuestras vidas estaban viviendo la tragedia de una falsa meritocracia y una angustia permanente por la confusión antropológica entre el ser y el tener. La sociedad de consumo había llegado para ofrecernos un sin sentido en nuestras vidas, una ciudadana aspiracional pagaba en cuotas con altos intereses la promesa de una felicidad pactada con la banca.

Los nuevos retos

Hoy el camino no está exento de dificultades, el acuerdo no es fácil. Son muchas las demandas y la desconfianza todavía es la característica que destaca en una sociedad que ha extraviado la amistad cívica.

El conflicto social no es un asunto del ayer, sigue muy presente y la renovación de confianzas y legitimidad de nuestras instituciones es menester al objeto de gobernar y presentar el camino del bien común.

Muchos chilenos siguen pesimista respecto al proceso que se avecina en el constituyente. Por ello, los cristianos debemos bregar por el reencuentro nacional, creando los puentes que permitan conocernos, ya que sólo se ama lo que se conoce.


Por Jaime Abedrapo. Director Escuela de Gobierno USS, miembro del comité académico de líderes católicos.