Si hay algo que identifica a los seres humanos es la libertad. Es un derecho humano básico y es el modo más antiguo con el que se castiga a la persona que, con su conducta agrede a otra o a la sociedad. Algo así dice el diccionario: Facultad y derecho de las personas para elegir de manera responsable su propia forma de actuar dentro de una sociedad. Y si no se actúa responsablemente ¡marche preso!
Ese derecho es muy amplio y se lo invoca a veces de manera exagerada o se lo reprime de igual modo. Opino que por eso está unido a otros como el de la justicia y aunque nos permite elegir, y por eso se visibiliza el uso que hacemos de la libertad. Por más que la persigan nunca podrán contra la libertad de pensar. Aunque nos censuren decir lo que pensamos.
Para ser sincera, esta reflexión surgió cuando volvía del sepelio de dos ex alumnos que murieron en un accidente por no respetar un semáforo en rojo. Se tomaron esa libertad, acabaron en un instante con sus vidas y entristecieron para siempre las de su familia y amigos (yo entre ellos). Ahí este derecho a decidir les jugó en contra y por eso pensé en los problemas que nos trae.
San Agustín decía que cuando Dios nos hizo libres se arriesgó a que le diéramos la espalda, a que le dijéramos que no lo reconocemos de ninguna manera. Agustín nos dice así, que la libertad es un problema también para Dios. ¿Cómo entender que para nuestro bien nos creó libres y ese bien puede hacernos mal? ¿Un padre hace eso? ¿Le da a su hijo algo que lo puede dañar? ¿Un creador hace eso? ¿Desarrolla una pieza que puede autodestruirse? Si la respuesta es no, tenemos otra pregunta: ¿Qué seríamos sin la libertad?. ¿Cómo construiríamos algo sin ella? Realmente, seríamos condenados engranajes de una gran maquinaria sin otro destino que durar para ser reemplazado por otro.
El “combo” con el que Dios nos creó
Aquí está la clave del ser humano: no estamos hechos para durar, eso no es vivir; tampoco para ser reemplazados, eso es no dejar huella. Para poder construir un mundo mejor hay que manejar la libertad con la responsabilidad y el respeto, que también integran el “combo” con el que Dios nos creó. Y seremos paradójicamente, más libres cuando mejor manejemos la libertad con este par de comandos.
No somos perfectos y menos perfectos somos cuando nos lo creemos así. Para ejemplo basta pensar en algunos que hacen gala de su perfección. Perfección que es ego que no da cabida a los otros, ego que desparrama y destruye.
Esta columna sin querer, es un homenaje a Cristian y Daniela (mis ex alumnos) y a tantos que se matan y matan por abusar de la libertad. Es un llamado de atención para todos los que no tomamos con responsabilidad nuestra persona y no respetamos a los otros. Es un llamado a Dios para que nunca se canse de mirar con misericordia nuestro don de la libertad.