Leí reciente un libro que recoge una disertación de Antonio Rosmini sobre la presencia de la Virgen María en el Sagrado Corán. El texto fue escrito en 1845 y reconocido como documento de Rosmini treinta y nueve año más tarde. Texto que, sin duda, muestra una apertura de Rosmini hacia el diálogo que caracterizará su vida y su obra.
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En todo caso, se trata de un escrito que arroja muchas luces sobre una relación compleja entre dos de las tres grandes religiones monoteístas, además de la presentación de María como un puente de diálogo.
Este documento que preparó para el cardenal Castrucci Castracana nos muestra a un Rosmini como precursor en lo que respecta al ecumenismo. Mientras leía la conferencia rosminiana, me resultó inevitable que mi mente volará hacia otros documentos en los cuales se alude la presencia de María en el corazón del Islam.
María, hija de Imran
¿Queréis que yo os ofrezca un ejemplo fiel a seguir, válido para todos los creyentes del mundo? Ese ejemplo es María, “hija de Imran, que conservó su virginidad y en la que infundimos de Nuestro Espíritu. Tuvo por auténticas las palabras y Escritura de su Señor y fue de las devotas” Esto dice el Corán en la sura 66 versículo 12. El Corán, como bien sabemos, es el libro sagrado del Islamismo, es su Biblia. Este libro consta de 114 suras o capítulos. De esos 114 capítulos, sólo 8 llevan por título el nombre de algún personaje vinculado con la fe islámica, uno de esos nombres es el de la Santísima Virgen María, Madre de Dios.
El Islam nos presenta a María como virgen, inmaculada, pura, piadosa, prudente, consciente de la función que cumple a lo largo de su vida, predestinadamente idónea para acoger el Verbo de Dios, con perfecta disponibilidad. Al igual que los cristianos, los musulmanes ven en María a su Señora. Nos explica Francesc-Xavier Marín, experto en cultura, civilización y religión islámicas, que el Corán habla de ella como la mejor de las mujeres, como apuntamos, ejemplo a seguir por todos los creyentes, porque creyó en la veracidad de la palabra de Dios y, como afirmamos los cristianos, fue la primera en creer.
De hecho, la honra a María es tan elevada y profunda que es el único nombre de mujer mencionado en las sagradas escrituras del universo islámico. “¡Oh María! Sin duda Allah te ha distinguido inmaculada y te ha hecho pura, dice el Corán. Te he distinguido inmaculada por encima de las mujeres, entre los seres del universo. ¡Oh María! Sé siempre devota a tu Señor, prostérnate e inclínate con los que se inclinan”.
El Islam contempla a María
Al igual que el Cristianismo, el Islam contempla a María en su asimilación del Espíritu de Dios, su humildad y receptividad, por ello, su recogimiento es explicado como apertura constante a la Presencia del Señor en una concentración absoluta que le hace tomar conciencia de Dios en ella en todas las posibilidades y modalidades de su ser, de su estar, de su hacer. ¿Cómo no confiar en ella si Dios o Allah la dotó de perfección y belleza como reconocimiento de la confianza que ella demostró hacia Él? La Virgen María es puente amoroso entre dos religiones que creen en un Dios único, todopoderoso y misericordioso.
La superioridad de María sobre todas las mujeres no consentía excepción alguna para Mahoma, fundador del Islam. Su esposa predilecta, Aixa, se concebía en la cúspide, pero nunca superior a María. Hasta el propio Mahoma le dijo a Fátima, su hija” ‘Tú serás la primera de las mujeres en el Paraíso, después de María”. Si María es vista con estas amplísimas reservas de respeto y veneración, ¿cómo puede ser posible que para sus hijos nos sea reservado el odio más vil y criminal? Cuando el filo de la espada de la intolerancia atraviesa la garganta de tantos cristianos, cuando son crucificados en las calles, ahorcados o masacrados a tiros en un bar, ¿se está siendo verdaderamente fiel a lo que brota de los suras del Corán?
Aunque el Islam niega algunos fundamentos doctrinales de la fe cristiana como, por ejemplo, la Trinidad y la divinidad de Cristo, puede hallar en María la dulce apertura que haría posible, como ha sido en muchos casos, un acercamiento sin desconfianza. Paz y Bien
Por Valmore Muñoz Arteaga. Director del Colegio Antonio Rosmini. Maracaibo – Venezuela