La idea y el proyecto de ‘Religión vivida’, acuñados por Nancy Ammerman, invitan a renovar los métodos y enfoques de la religión, dejando de lado el exceso de teorización y prestando más atención a las experiencias reales, a cómo se siente, celebra y aplica la religión. Un proyecto afín, ‘Teología vivida’, persigue un programa similar de dar sentido teológico a la experiencia cotidiana de los creyentes y a sus tensiones y búsquedas.
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¿En qué sentido pueden verse el santuario de Medjugorje y las peregrinaciones a ese lugar desde esta perspectiva? Se proponen algunas sugerencias y posibilidades para entenderlo: como experiencia de conexión y comunidad, de superación y paz interior, y de transformación y nueva vida; a través de prácticas o rituales estandarizados y objetos materiales.
1. Conexión y comunidad
Medjugorje tiene poco de extraordinario: es un lugar del interior de Herzegovina, en medio de un valle, con una iglesia parroquial sencilla y bastante pobre en el centro de un pueblo que ha crecido considerablemente desde 1981, cuando un grupo de jóvenes afirmó que la Virgen María se les aparecía y les daba sus mensajes diarios.
Este acontecimiento extraordinario atrajo a un movimiento de peregrinos que creció en los años siguientes, convirtiendo este lugar en un punto neurálgico de las peregrinaciones católicas. Lo que busca la mayoría de la gente que visita el lugar es una sensación de conexión con Dios, que un lugar tan especial puede proporcionar mejor que muchas otras iglesias o entornos religiosos.
Lo que la gente percibe allí es una intensidad especial en un lugar que se considera bendecido y lleno de gracia. Este entorno particular permite una conexión más intensa con lo divino, una experiencia más vivida de la oración y un sentido más fuerte de comunidad y pertenencia. De hecho, este sentido de conexión también se percibe horizontalmente, extendiéndose a otros peregrinos y grupos que comparten una sensibilidad similar.
En cierto sentido, también se percibe en este caso una dinámica de lo que llaman en inglés ‘enactment’ (“promulgación”) como la describe Tania Luhrmann (‘How God Becomes Real’): el fuerte vínculo entre las personas que rezan juntas el rosario y celebran la misa, las fuertes emociones vividas, hacen que la presencia y la conexión con lo divino sean más reales y accesibles, más adecuadas a su sensibilidad y búsqueda. Es menos abstracto y distante; se trata de sentirse cerca de lo que las personas profesan y reivindican.
2. Afrontamiento y paz interior
Muchos peregrinos vienen a Medjugorje llevando una pesada carga de culpa, enfermedad o angustia y ruptura en sus familias y relaciones cercanas. Este lugar ofrece curación -tanto interior como exterior, según muchos testimonios-, consuelo y energía para hacer frente a la adversidad y al miedo. Esto puede verse de muchas maneras, ya que uno de los principales ministerios en torno a la iglesia parroquial es la confesión y la reconciliación, como un proceso destinado a sanar y proporcionar gracia para sobrellevar la situación negativa.
Lo mismo puede decirse de las otras dos prácticas habituales en este ámbito: asistir a misa y rezar el rosario. Se han demostrado los efectos positivos del rezo del rosario como práctica meditativa que muchos reconocen que aporta paz y ayuda a afrontar la angustia (Oviedo et al. ‘Is the Rosary Still Relevant? Exploring Its Impact on Mental Health and Well-Being’, de próxima publicación).
Lo mismo puede decirse de la asistencia a misa con especial devoción. Probablemente sea la combinación de las tres prácticas -confesión, misa y rosario- lo que da mayor fuerza a esta dinámica positiva y sanadora y propicia la experiencia de paz interior que muchos buscan cuando acuden a esta zona única. Se trata de la salvación en ciernes, o actualizada, y es bastante frecuente que las emociones profundas y las lágrimas estén asociadas a esa percepción de curación y superación.
3. Transformación y vida nueva
Medjugorje es conocido como un lugar de conversión, según muchos testimonios. Esta conversión está a veces ligada a experiencias de curación y perdón, por ejemplo de dependencias tóxicas y actitudes destructivas. De nuevo, esta transformación está a menudo, pero no siempre, ligada a la experiencia de la confesión. A veces, las personas sienten una sensación de renovación después de subir a la Colina de las Apariciones, o ligada al mayor esfuerzo de subir a la más alta Križevac o “Colina de la Cruz”.
El esfuerzo, el silencio, la oración y un ambiente especial contribuyen a esta experiencia transformadora, que a menudo conduce a una nueva percepción de la realidad, de lo que es más o menos importante, o a un cambio en los valores vividos. Muchos vuelven a casa después de visitar este lugar y comparten esta experiencia transformadora como algo positivo, que contribuye a la resiliencia y al florecimiento del individuo y de su entorno. Este cambio positivo puede verse como otra forma de salvación en ciernes, y sentirse en muchos casos de manera fuertemente emocional.
Prácticas estándar
Como ya se ha indicado, las prácticas habituales en Medjugorje son prácticas católicas estándar: asistencia a misa, confesión penitencial, rezo del rosario y vía crucis. Se puede añadir otro elemento: la caminata o la peregrinación, subiendo a la colina asociada con las supuestas apariciones, mientras se reza el rosario, o en silencio; y la más exigente subida a la alta montaña con miles de cruces en la ladera, y una enorme cruz en la cima construida varias décadas antes de estas revelaciones.
De nuevo, no se hace nada notable o extraordinario en este entorno. Muchas personas llevan todo tipo de rosarios alrededor del cuello o de la muñeca como una especie de identificación o expresión de su voluntad de cambiar y conectar a través de este simple objeto, o para sentirse protegidos. Muchos compran objetos devocionales para sí mismos y para sus seres queridos, que intentan ser bendecidos en lo que puede llamarse “religión material”.
La mayoría de las personas acuden a Medjugorje no tanto por curiosidad o interés por las apariciones o los fenómenos sobrenaturales, sino más bien por el deseo de curarse, sobreponerse o cambiar, tras haber tomado conciencia y aceptado un sentimiento de negatividad y maldad. Es posible que se sientan protegidos del mal y del pecado tras adoptar estas prácticas.
Las visiones que supuestamente tuvieron lugar allí, y algunos videntes que aún afirman recibir mensajes de la Virgen, ya no desempeñan un papel importante. En el mejor de los casos, estas experiencias extraordinarias actuaron como una especie de señuelo para un movimiento que fue mucho más allá y tuvo una influencia muy positiva en la vida de muchas personas. Se trata claramente de un caso de “religión vivida”, que da lugar o invita a una “teología vivida”, muy cercana, nada exótica ni destacable, salvo por los efectos positivos que se pueden encontrar en muchos testimonios.
Es muy difícil evaluar el carácter sobrenatural de estas supuestas apariciones, que duraron muchos años. Es mucho más fácil y fructífero valorar los efectos positivos que tales fenómenos y lugares han tenido y siguen teniendo en la actualidad. “Por sus frutos los conoceréis” (Mt 7, 16).