(Antonio Pelayo – Corresponsal de Vida Nueva en Roma)
“El jueves 27 de enero, el Bollettino de la Sala de Prensa de la Santa Sede salió con un solo anuncio: el de la conferencia de prensa que iba a celebrarse el 3 de febrero para presentar el mensaje de la Jornada Mundial del Enfermo. Nada más: ni nombramientos, ni la lista de las personas que el Papa recibe cada día…”
El jueves 27 de enero, el Bollettino de la Sala de Prensa de la Santa Sede salió con un solo anuncio: el de la conferencia de prensa que iba a celebrarse el 3 de febrero para presentar el mensaje de Benedicto XVI en la Jornada Mundial del Enfermo. Nada más: ni nombramientos, ni la lista de las personas que el Papa recibe cada día.
Ya es extraño que en la mitad de la semana no se celebren audiencias personales o colectivas. Más aún lo es que la víspera por la tarde, desde la Prefectura de la Casa Pontificia se avisara a algunos prelados y embajadores que no serían recibidos por el Santo Padre el jueves, como había sido concertado con la debida antelación, sino el viernes.
La explicación oficial es que Joseph Ratzinger había decidido dedicarse en exclusiva esa jornada. No ha lugar, por supuesto, a hipótesis alarmistas sobre su salud u otras causas ocultas, pero queda flotando en el ambiente un cierto halo de misterio.
En el nº 2.740 de Vida Nueva.
- Crónica vaticana: La Santa Sede, preocupada por la situación en Egipto