A las puertas del Sínodo, Taizé ha comunicado que el hermano Alois pasa su responsabilidad como prior al hermano Matthew. Hecho nada improvisado. La Regla de Taizé dice que “el prior suscita la unidad de la comunidad” y, con el fin de ser “un corazón y un alma” y de que este vínculo “se realice plenamente”, se apuesta por una decisión dialogada, orada y discernida por los hermanos. Así, el próximo 3 de diciembre, primer Domingo de Adviento, Alois entregará esa responsabilidad y servicio al anglicano Matthew.
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En el origen de Taizé está su fundador, el hermano Roger, hijo de un pastor protestante que se sintió llamado a crear una comunidad, aunque la vida monástica había desaparecido en las Iglesias de la Reforma. Él no quiso imitar, pero buscó en las fuentes de las Iglesias católica y ortodoxa. Quiso trazar su propio camino, asumiendo los valores fundamentales de la Reforma. Sin renegar de sus orígenes, intentó reconciliar eso que después de cuatro siglos parecía irreconciliable. Esa intuición marca la identidad de la que vendría a ser la Comunidad Ecuménica de Taizé.
El germen de todo
Entre 1942 y 1943 se va gestando en Ginebra la “comunidad” que será el germen de todo. Al grupo formado por Roger, Max y Pierre, se unen otros y todas las mañanas rezan el oficio en la catedral calvinista de Ginebra. Ese dinamismo sigue en la casa de la calle Puits-Saint-Pierre, donde se publicó el primer libro de Roger, ‘Introducción a la vida comunitaria’. Un breve texto que era la presentación del grupo y su justificación ante el protestantismo.
Roger publica unas ‘Notas explicativas sobre la proyectada comunidad de Cluny’. En ese momento se llamaban así. No se proponía la restauración de un “estado religioso” o “monástico” en cuanto tal. Lo que más le inquietaba era redescubrir el valioso fermento comunitario, que parecía haberse perdido. Esto hace que Taizé tenga una relación estrecha entre existencia comunitaria y consagración a Dios.
En Pascua de 1949, los siete primeros hermanos se comprometen a las “condiciones excepcionales” de vida. El hecho de no hablar de “votos” es porque buscaban el encuentro de dos tradiciones, la de la Reforma y la vida monástica. Ahí, su preferencia por la expresión “compromiso” es clara muestra de su esencia e identidad, defendiendo que esta “expresa mejor la verdad esencial del don de la persona a Cristo, en su totalidad, como un movimiento dinámico de carrera hacia delante”.
Difícil de comprender
La naciente comunidad se ubicaba en un lugar no fácil de comprender ni para los protestantes ni para los católicos. Pero, situándose proféticamente ahí, superaba la ideología de los confesionalismos. En 1965, Roger publica Dinámica de lo provisional, donde aclara que “el confesionalismo es una actitud de autodefensa” que reflejaba “un empobrecimiento recíproco”.
Roger y Max fueron invitados al Concilio Vaticano II y eso los expuso ante toda la Iglesia. La influencia de Juan XXIII en Roger es notable e inspira el impulso ecuménico que le lleva a poner en marcha el ‘Concilio de los Jóvenes’, que después se ha prolongado como la ‘Peregrinación de Confianza’ a través de las grandes capitales europeas y en otros continentes.
Alois ha servido durante 18 años a la comunidad, dando continuidad a las intuiciones del fundador. Sobre la vivencia ecuménica ha dicho: “Quedarán muchas cuestiones teológicas, pero ya podemos anticipar una reconciliación. Ha llegado el momento de dar el paso para vivir bajo el mismo techo, en la pluralidad de una familia”.
Hacer posible la continuidad
En una conversación con Matthew, al preguntarle por los desafíos que afronta, me respondió con una de las convicciones de Roger: ir de comienzo en comienzo. Especialmente cuando en la comunidad hay unos 15 hermanos que no han conocido al fundador. Otro hito es escuchar lo que el Espíritu está diciendo hoy. Mantener la forma de vida familiar a la vez que se avanza hacia un mayor sentido de corresponsabilidad.
Uno de los desafíos intracomunitarios se sitúa a nivel intercultural e intergeneracional. Son hermanos de diferentes edades y orígenes. Matthew se pregunta: “¿Qué significa escucharse verdaderamente el uno al otro? ¿Qué significa escuchar al Espíritu Santo, cada uno en su propio contexto y en el contexto de nuestra vida comunitaria? ¿Y qué nos pide Jesús que hagamos para que la unidad de todos los que lo aman se haga más visible?”.
Cerrado ya el tiempo de las condenas recíprocas, los miembros de Taizé dejan presentir una certeza: que, se pertenezca a la tradición que se pertenezca, ser cristiano es, cada vez más necesariamente, ser ecuménico.