Tribuna

Panamá: entre la riqueza y la pobreza

Compartir

‘Panama city’, en su denominación inglesa, son en realidad dos ciudades muy diversas y marcadas por unas desigualdades socio-económicas entre sus casi 2 millones de habitantes que no solo disminuyen sino que se acrecientan a medida que pasan los años.

De la Panamá fundada en 1519 por el español Pedro Arias Dávila quedan muy pocos restos, puesto que en el siglo XVII fue enteramente destruida por el pirata Henry Morgan y reconstruida a 8 kilómetros de distancia. Muy pocos edificios, la Catedral y algunas iglesias han mantenido su enclave original. Están situadas en el llamado ‘casco antiguo’ formado por barrios pobres como San Felipe y Santa Ana o el aún más miserable del Chorrillo. Casas en lamentable estado de conservación, calles maltrechas, baruchos y negocios de mala muerte es el entorno donde viven miles de familias que luchan contra la adversidad y la carestía endémica.

Panama

A una distancia no enorme ha surgido otra ciudad cuyo perfil arquitectónico es similar al de Miami o Abu Dabi. Rascacielos de acero y cristal donde tienen su sede las innumerables compañías financieras que explotan, dentro o fuera de ley, las facilidades de un paraíso fiscal. Las familias más adineradas de este pequeño país habitan espléndidas mansiones de cara al Océano Pacífico y tienen sus yates anclados en los puertecitos del barrio Amador. Ambiente cosmopolita en medio de una vegetación envidiable por su biodiversidad.

Plegaria vallenata

Esta desigualdad ha sido cantada por el panameño Pastor López en su popular ‘Plegaria vallenata’ algunas de cuyas estrofas dice así: “Óyeme diosecito santo, tú de aritmética nada sabías. Dime por qué la platica tú la repartiste tan mal repartida, a unos les diste tanto y a otros no nos diste nada”.

Al final de su mandato presidencial, Juan Carlos Varela no arroja un balance muy positivo en este campo; al reprimir el escándalo de los ‘Panama papers’ el dinamismo económico se resintió debilitando a los más pobres. Algunas pancartas en la ciudad le recriminan su incapacidad o la ausencia de una política social en el campo de la vivienda sobre todo y de “vender el país al mejor postor”. Las elecciones de mayo darán su veredicto.