Estamos viviendo un cambio de época. Se nota en las nuevas tecnologías, en el medio ambiente, en la situación mundial por la que estamos atravesando, en la pandemia actual, que nos posiciona con miedo y de una manera diferente en este momento de la historia frente a otros más pacíficos. Hemos sido testigos de los diferentes seísmos en Estados Unidos, de un nuevo terremoto en Haití, que ha sido oscurecido por la situación en Afganistán…
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- EDITORIAL: Afganistán, en manos de todos
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Una situación mediática que nos ha permitido conocer el sufrimiento de muchas personas, tanto en el país de origen como en el nuestro. Unos han colaborado con las fuerzas de diferentes países, como conductores, periodistas, cocineros, intérpretes, personal de mantenimiento… Estos son conscientes del riesgo que habrían asumido de haberse quedado en su país, pero también les queda el sentimiento agrio por la gente que no ha podido salir, ni va a poder hacerlo.
Saben que han tenido suerte
Lo primero es salir y salvarse de una situación muy dura. Cuando llevan unos días, empiezan a ser conscientes de los riesgos asumidos en la huida (talibanes, atentados…). Saben que han tenido suerte y, pese a los mensajes de aperturismo de los talibanes, saben que no tendrían libertad, especialmente las mujeres y los niños.
Por eso, a todos aquellos que se aproximan a cualquier ciudadano afgano, o a cualquier otra persona que tiene que huir de su país por persecución o por hambre, les invito a conocer un poco estas realidades y a no dejarse llevar por el desconocimiento desde el impulso populista y sin un discurso humano, incapaz de acoger con humanidad tanto sufrimiento.
Cuando se pone rostro al sufrimiento humano, es inevitable pensar en las familias, amigos, vecinos que no van a poder salir, que lo intentarán, pero seguramente sin éxito y con muchos riesgos para su vida. Por eso, es urgente y necesario generar corredores seguros.
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*Responsable de ACCEM (Asociación Comisión Católica Española de Migraciones) en Castilla-La Mancha y vicario episcopal de Pastoral Social de la Diócesis de Sigüenza-Guadalajara