La liturgia cristiana recoge siglos de tradición, fe y devoción, enmarcadas en la celebración actualizada de los misterios de la salvación. Por esta razón, ha llegado hasta nuestros días una riqueza incalculable de gestos, palabras, símbolos y sonidos que celebran al Cristo presente: hoy, mañana y siempre.
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Tal es el caso de la antífona de la Misa del día de la Natividad del Señor, conocida por su introito en latín ‘Puer natus est’ (“Un niño nos ha nacido”), que desde tiempos inmemoriales ha sido la alabanza predilecta para celebrar el natalicio de Nuestro Señor Jesucristo. Se trata de una antífona de adoración que proclama la manifestación gloriosa de Dios con nosotros: la llegada del Emmanuel para nuestra salvación.
Origenes del texto
Aunque desde muy temprano los cristianos incorporaron a sus celebraciones el sentido de la Navidad como Epifanía o manifestación de Dios, no fue hasta mediados del siglo IV cuando la celebración formal del ‘Dies Natalis Iesu’ se extendió de Oriente a Occidente.
Esta fiesta litúrgica no se entendía como un evento histórico o sentimental, sino como una celebración mistagógica del cumplimiento de la promesa de Dios: “Cuando se cumplió el tiempo establecido, Dios envió a su Hijo, nacido de una mujer y sujeto a la Ley” (cfr. Gal 4,4).
Diversas representaciones en murales, sarcófagos y grabados dan cuenta de esta tradición. Desde tiempos muy antiguos se acuñaron expresiones del Antiguo Testamento para referir el nacimiento de Jesús. Un ejemplo es el texto del profeta Isaías, que inspiró la antífona ‘Puer natus est’:
“Un niño nos ha nacido, un hijo nos ha sido dado. La soberanía reposa sobre sus hombros y se le da por nombre: ‘Consejero maravilloso, Dios fuerte, Padre para siempre, Príncipe de la paz’” (Is 9,5).
Este texto de Isaías se utilizó como canto de introducción a la Misa de Navidad, de ahí el nombre de introito.
Un dato relevante es que la traducción latina que hoy se canta es mucho más antigua que la versión de la Biblia de los Setenta (LXX) del siglo IV, que fue traducida por San Jerónimo y Santa Paula. Esto asegura la antigüedad y el carácter venerable de este canto.
Del gregoriano a la liturgia carolingia
El siguiente hito en el uso de este texto lo encontramos en su musicalización dentro de las antífonas litúrgicas gregorianas. Estas surgieron por el uso extensivo en comunidades monacales que, al ordenar la liturgia romana con celebraciones estacionales, orquestaron un sinfín de textos conocidos como cantos gregorianos, influenciados tanto por la tradición romana como por el canto galicano.
Sin embargo, no fue hasta la reforma litúrgica carolingia cuando el texto de Isaías 9,5 se incorporó formalmente al Misal. A pesar de ello, se mantuvo su estilo y traducción como gregoriano antiguo, con algunas variaciones respecto al ordenamiento medieval.
El ‘Puer natus est’ es por tanto, una de las antífonas romanas más antiguas cantadas en la liturgia cristiana. Su origen y permanencia en el culto se deben a la tradición oral, que ha preservado cuidadosamente estas palabras a lo largo de los siglos para celebrar el misterio de la Natividad y la Encarnación del Señor.
Si la música de los ángeles anunciaba a los pastores tiempos nuevos de salvación, a nosotros llega hoy esta singular melodía, entonada por el coro milenario de los cristianos. Pues con la profecía de Isaías, aclamamos y proclamamos el nacimiento del Salvador, porque, tal como ayer, hoy también: “Un niño nos ha nacido, un hijo nos ha sido dado”.
Por Raymundo Alberto Portillo Ríos. Profesor de arquitectura de la Universidad de Monterrey.