El mundo de las inversiones se está viendo sacudido con fuerza por una corriente que, a diferencia de pasadas revoluciones, pretende que el impacto de las inversiones vaya más allá de la rentabilidad económica.
La inversión ética frente a la especulación
Nos referimos a la denominada “inversión ética” que pone el énfasis en que los mercados financieros, y los actores que en ellos actúan, lleven a cabo su actividad potenciando la mejora del bienestar social y el bien común. Esto contrasta con la situación actual, en la que prima el interés individual, la ganancia fácil y la especulación.
Las crisis financieras de los últimos veinte años han terminado por demostrar que, si dejamos al mercado actuar con el único objetivo del máximo beneficio, las posibilidades de que el resultado final sea desastroso son bastante elevadas.
En el mejor de los casos, nos encontraremos con situaciones en las que los beneficios se acumulan en unos pocos, mientras que las pérdidas se reparten entre toda la sociedad.
La Iglesia católica, a través de diferentes documentos publicados, está dejando claro las condiciones deseables para que las inversiones que realizamos tengan en cuenta estos criterios y persigan el bien común.
Responsabilidad en el ahorro
Todos, tanto inversores individuales como institucionales, tenemos que actuar con un sentido responsable del consumo y del ahorro; tenemos que tomar partido ante lo que beneficia o daña al verdadero bienestar del hombre, y hacerlo sin perder de vista los legítimos intereses individuales.
Interlocutores activos en las empresas
En este sentido, la Iglesia católica confirma que no es suficiente evitar la inversión en empresas o entidades que no respeten una serie de principios éticos, sino que estamos llamados a hacer más.
Como inversores, tenemos que convertirnos en interlocutores activos dentro de las empresas. Es decir, cooperar a través del diálogo directo con compañías y organizaciones en la configuración de sus políticas, para que defiendan mejor los fundamentos éticos adecuados.
Y ¿cómo podemos hacer esto? Acompañando a las empresas en las que invertimos, participando en los órganos de gobierno, introduciendo resoluciones y tomando parte, si es posible, en las decisiones de inversión.
El mundo de la gestión profesional de activos financieros está empezando a tomar nota de esta nueva forma de actuar, aunque por ahora se circunscribe solo a un número reducido de entidades.
La nueva gestión ética que impulsa el Vaticano
Los documentos publicados por el Vaticano, así como por algunas Conferencias Episcopales, están ayudando a sentar las bases de lo que debería ser una gestión ética católica y con esto, algunos gestores de inversiones a través de su gestión diaria, están definiendo y dando forma a este nuevo modelo de inversión. Y no es una tarea sencilla. En primer lugar hay que investigar y buscar información veraz para saber que compañías actúan “como Dios manda”, pero, además, también hay que presionar a aquellas que no lo hacen para que lo tengan en cuenta y mejoren.
Conociendo todo esto mi recomendación es no solo buscar una gestión profesional de las inversiones, sino ir más allá. Solo cuando se aúnan los criterios éticos con los económicos y una visión comprometida a largo plazo se pueden lograr los mejores resultados para todos. Como he comentado anteriormente, existen ya intermediarios financieros que están llevando a cabo una gestión ética y profesional de las inversiones en el mercado. Pregunte, indague, pero sobre todo, dé el paso adelante. Aquí tiene la oportunidad de informarse sobre como lo hacemos nosotros.