Si se puede hablar de suerte, podemos decir con toda tranquilidad que, en relación con la pandemia, Tailandia ha tenido una suerte enorme, cuando se compara a otros países. A pesar de estar tan cerca de China, solo han sido unos tres mil quinientos los contagios, con 58 muertes. Según he podido leer en la prensa, llevamos 31 días sin ningún nuevo contagio producido por los habitantes en Tailandia. En las ultimas semanas los contagios reconocidos han sido a causa de personas venidas de fuera.
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En la provincia de Chantaburi, donde vivo, al principio de la pandemia se reconocieron tres casos que luego fueron curados. De esta manera, yo, y la mayor parte de la gente, hemos podido viajar dentro de la provincia sin dificultades, aunque siempre con la mascarilla. El gobierno puso unas reglas de conducta bastante fuertes para evitar viajar entre las provincias, pero la gente está acostumbrada a que manden los militares y tomarlo todo con ecuanimidad.
Trabajadores extranjeros
No hablo del efecto en la economía pues es semejante al hundimiento general en todo el mundo. Los más afectados han sido los trabajadores extranjeros que decidieron volver a Myanmar y Camboya y todavía no pueden volver a Tailandia. Y los trabajadores de las fábricas que tuvieron que cerrar. Sin trabajo diario, no hay comida diaria.
Personalmente, durante estos dos meses he tenido bastante tiempo para leer sobre el budismo y su relación con San Juan de la Cruz, pues trato de hacer algo sobre el diálogo interreligioso entre el santo y los budistas. De hecho, explico la doctrina del místico a las Carmelitas contemplativas de Santa Teresa aquí en Chantaburi.
Mientras que los servicios religiosos de la parroquia se cerraron desde antes de la Semana Santa, he podido participar en la eucaristía casi todos los días en el convento de la Hermanas Amantes de la Cruz que tienen aquí su casa madre. Ahora llevabamos semanas preparándonos para la apertura del año escolar, que fue el día 1 de julio (teníamos que haber comenzado el 17 de mayo).
No es fácil evaluar lo que esta experiencia de la pandemia va a significar para la Vida Religiosa en Tailandia. Me parece que a va a ser otro capítulo con “pasa página y sigue” como antes.
Lo que me preocupa sobre la Vida Religiosa en Tailandia es la falta de profundidad espiritual en los sacerdotes y religiosos/as. Somos muy buenos administradores, pero la gente no ve el sentido de nuestro mensaje evangélico. A pesar de estar en un ambiente de profunda espiritualidad asiática, encuentro que la gente no nos ve como especialistas de la vida interior. Son muy pocos los religiosos/as que conocen y practican la espiritualidad del sunyata (vacío), que es el corazón de la espiritualidad asiática, y su relación la kenosis cristiana.
Para mi, este es el camino a seguir de la Vida Religiosa en Tailandia.