Se lee en el Corán: “¡Oh, creyentes! Sed realmente equitativos cuando deis testimonio por Allah” (4, 135). “¡Oh, creyentes! Sed firmes con [los preceptos de] Allah, dad testimonio con equidad” (5, 8). Es un paralelismo radical: afirma que los trabajadores de la justicia son los verdaderos testigos de Dios. La injusticia sin embargo perturba la armonía de la vida y golpea la paz y el bien. Son diferentes las actitudes y las obras que vienen presentadas en el Corán como injustas, no agradables a Dios.
Ejemplo de ello es ‘Al israf’, la disipación, el desperdicio. La vida es un regalo, disfrutarla con alegría y paz y compartir es bueno, pero el consumismo ciego y egoísta es un pecado. “Él es Quien ha creado huertos, unos con plantas rastreras y otros con plantas que crecen hacia lo alto, [y ha creado también] las palmeras, las plantas de diferentes frutos, los olivos, y los granados; [todos de aspecto] parecido, pero [de frutos con sabores] diferentes. Comed de sus frutos cuando maduren, pero pagad lo que corresponda por ellos [de Zakât ] el día de la cosecha; y no derrochéis, porque Allah no ama a los derrochadores” (6, 141).
También encontramos esto en ‘Al fisad’, la corrupción. El ser humano ha tenido total confianza del Creador; la tierra y la justicia le han sido confiadas. Khalifa, literalmente, el sucesor, es el papel que el Corán asigna al ser humano como lugarteniente de Dios en la Tierra (2, 30). “Y trata de ganarte el Paraíso con lo que Allah te ha concedido, y no te olvides que también puedes disfrutar de lo que Allah ha hecho lícito en esta vida. Sé generoso como Allah lo es contigo, y no corrompas la Tierra; ciertamente Allah no ama a los corruptores” (28, 77).
Responder a la injusticia con perdón
Por último, ‘Al ya’s’ es el desesperar de la misericordia de Dios. En el capítulo dedicado a José, hay una gran enseñanza. El profeta Jacob no ha visto a su hijo José durante demasiados años, ya que los otros hijos anunciaron su muerte. Jacob, en cambio, espera volver a verlo vivo, no pierde la esperanza en la divina misericordia, y se convierte en un ejemplo a seguir (12, 84-88). Dentro del texto sagrado de los musulmanes hay diferentes nombres de Dios que indican misericordia, perdón, clemencia, indulgencia y gracia: al ‘afoww, al ghafur, al karim, al rahim, al tawwab.
Se suele responder a la injusticia con una condena y una pena es razonable, pero el Corán recuerda al ser humano que nadie alcanza el bien o se purifica sin la gracia de Dios: “Y si no fuese por la gracia de Allah y Su misericordia ninguno de vosotros podría purificarse de sus pecados, pero Allah purifica a quien quiere [perdonándole sus pecados y guiándole por el sendero recto], y Allah es Omnipotente, Omnisciente” (24, 21).
Asimismo, el texto señala que Dios perdona las culpas, es más, las puede transformar en bien: “Cuando se presenten ante ti aquellos que creen en Nuestros signos diles: ¡La paz sea con vosotros! Vuestro Señor ha decretado que Su misericordia esté por encima de Su ira. Quién de vosotros cometa una falta por ignorancia, y luego se arrepienta y enmiende, [sepa] que ciertamente Él es Absolvedor, Misericordioso” (6, 54). No existe ninguna culpa que no pueda ser perdonada por Dios (39, 53).
La verdadera revolución
Sin embargo, el Corán también recuerda que quien quiera ser perdonado por Dios, debe perdonar a sus prójimos: “Que los benefactores y los adinerados no juren dejar de asistir a los parientes, a los pobres y a quienes dejaron sus hogares por la causa de Allah [debido a su participación en la calumnia a ‘Â’ishah], y que les perdonen y disculpen. ¿Acaso no amáis ser perdonados por Allah? Allah es Indulgente, Misericordioso” (24, 22).
La gran revolución humana, social, cultural y espiritual es perdonar y responder con el bien al mal de inmediato. Para esto hay necesidad de gran voluntad, coraje y sabiduría. “No se equipara obrar el bien y obrar el mal. Si eres maltratado responde con una buena actitud [sabiendo disculpar], y entonces verás que aquel con quien tenías una enemistad se convertirá en tu amigo ferviente. Esto no lo lograrán sino quienes son perseverantes y pacientes; no lo lograrán sino quienes [por su buena actitud] reciban una gran recompensa [en esta vida y en la otra]” (41, 34 e 35).