El sábado 13 de febrero, en México se realizó una manifestación bajo el lema ‘Salvemos las 2 vidas’, motivados por los intentos de despenalización del aborto en México. Fue de admirarse la participación de miles de personas que salieron a defender la vida de los no nacidos.
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Pero desde lo más profundo de mi corazón, me surge la pregunta: ¿Por qué no se manifestaron cuando mataron a 19 migrantes centroamericanos de la forma mas vil en el estado de Tamaulipas hace tan solo unos días? ¿Por qué se guarda silencio frente al empobrecimiento que mata de hambre en nuestro continente? ¿Por qué no convocan estos mismos movimientos y dirigentes a manifestaciones frente a los crímenes y violaciones que sufren día a día cientos de mujeres mexicanas?
Con esto quiero subrayar que coincido, aprecio y apoyo la defensa de la vida del no nacido. Estoy convencido que el aborto es un crimen y me indigna sus proyectos de despenalización. Pero del mismo modo, me indigna el silencio de muchos cristianos ante las violaciones y ataques a los otros rostros de la vida humana.
Todas las vidas
Me permito parafrasear el lema de esta manifestación, no se trata de “salvar las 2 vidas” (en este caso de la madre y del niño por nacer), sino de salvar TODAS las vidas, porque todas las vidas tienen la misma dignidad. Mientras no se denuncie con la MISMA FUERZA los otros crímenes contra la dignidad humana, nuestra denuncia como cristianos será vacía, frágil y sin ninguna autoridad moral.
El Papa San Juan Pablo II siempre nos enseñó que en cualquier lugar donde se ataque el hombre, deberá estar la Iglesia del lado de los más débiles. Es una herejía y una esquizofrenia espiritual, pretender defender solo un rostro de la vida humana guardando silencio o siendo indiferentes frente a todos los demás rostros.
Y el Papa Francisco, especialmente nos ha insistido que los cristianos tenemos que defender y abrazar con toda la fuerza todas las situaciones de vulneración de la dignidad humana. Eso incluye todos los rostros de marginados de nuestro continente: los no nacidos ciertamente, pero también los migrantes, las mujeres, las personas que han sufrido abuso, quienes son discriminados por sus decisiones -aunque creamos que sus decisiones están equivocadas-, los pobres, los indígenas.
Hacia una conversión pastoral
Mientras los cristianos no abracemos con ternura y con la misma indignación todas las causas que provocan sufrimiento al ser humano, seremos motivo de escándalo, nuestra palabra será estéril y en el peor de los casos, provocaremos repulsión porque daremos apariencia de fariseísmo político.
Me preocupa mucho cuando hay personas que se auto presentan como “grandes defensores de la vida” pero son indiferentes a muchas de las problemáticas sociales de nuestro tiempo. Creo que es parte de la conversión pastoral a la que nos ha invitado este pontificado desde su inicio, que mientras no realicemos de verdad, seguiremos actuando como el hijo mayor en la parábola del hijo pródigo: incapaces de experimentar la misericordia y por tanto incapaces de abrazar de verdad al hombre, a todos los hombres y mujeres con sus situaciones de dolor y sufrimiento.
*Director de la Academia de Líderes Católicos