La Iglesia de América Latina despide a ‘Cachito’, un grande entre los intelectuales y maestros del continente. Un porteño nacido en 1931, hijo único de madre viuda. Licenciado en Teología en la Universidad de Innsbruck (Austria) y doctor en Filosofía por la Universidad de Múnich. Alumno de Karl Rahner, Max Müller y Paul Ricoeur. En su carrera recibió doctorados ‘honoris causa’ por las universidades de Córdoba (Argentina) y Sofía (Italia). Falleció en el Colegio Máximo de San Miguel a los 88 años, lugar en el que se hizo célebre, radicado allí largos años de su vida.
Juan Carlos Scannone, el jesuita, hizo suyos el Decreto 4 de la Congregación General de la Compañía de Jesús de “Defensa de la fe y promoción de la Justicia” y la “opción por los pobres” de la Iglesia latinoamericana posconciliar. Se le recuerda como profesor de Francisco. En los últimos años se desempeñó como un asesor de confianza.
Scannone fue filósofo y teólogo. Creó, organizó y lideró la Comisión de filósofos jesuitas de América Latina. Esta comisión probablemente ha sido una de las iniciativas más importantes en el campo filosófico del continente. Conoció muy bien a autores como: Jean-Luc Marion, Ricoeur, Emmanuel Lévinas, Jean Ladriere, a los cuales sacó partido en el área teológica.
Junto a Lucio Gera, Rafael Tello y Jorge Seibold desarrolló la Teología argentina que extrajo de la fe del pueblo cristiano un pensamiento sabio, rico en ideas de justicia y de reconciliación. ¿Fue un teólogo de la liberación? Algunos sostienen que no. La Teología argentina del pueblo sería distinta. Pero Scannone, como pocos, hizo una contribución notable en la sistematización del pensamiento liberacionista de la teología. Su artículo sobre el método de la Teología de la liberación hizo fortuna. Se recuerda con humor que se le vio en la foto junto a las principales cabezas de esta teología en la Universidad de Unisinos, Brasil, en 2012. ‘Cachito’ supo sacar de la religión del pueblo su fuerza liberadora, por ejemplo, en el relato de la fiesta del ‘Niño Jesús, Alcalde’.
El intelectual del Colegio Máximo prestó un inestimable servicio en moral social, en tiempos que ha arreciado en el neoliberalismo. Por otra parte, intentó una transmisión de la fe en clave de inculturación del Evangelio. Entre sus numerosas obras, como único autor o coordinador de publicaciones colectivas, merecen mención ‘Liberación y praxis popular’ (1976), ‘Nuevo punto de partida de la filosofía latinoamericana’ (1990), ‘Sabiduría popular y liberación’ (1992), ‘Teología del pueblo’ (2017) y la colección de los filósofos jesuitas latinoamericanos.
‘Cachito’ fue un maestro y un amigo. Formó generaciones de jesuitas y a cientos de laicos y religiosos/as. Fue conocido como una persona buena, amable, recto, sonriente y humano. Se le estimó por su capacidad de diálogo, favorable siempre al encuentro más que a las confrontaciones, ecléctico, sintetizador, recolector de todo pensamiento que sirviera para aunar y concordar posiciones. A Scannone se le supo siempre a mano, disponible para ayudar a estudiantes y doctorandos. Fue, por cierto, un jesuita amante de la Iglesia, fiel a la jerarquía y al “pueblo santo de Dios”.