Si hay una fiesta llena de magia y atractivo, esa es sin duda la de los Reyes Magos. En efecto, probablemente en la noche de Reyes, los niños perciban con más o menos claridad eso que los estudiosos llaman “lo numinoso”, la presencia de lo divino.
Ahora bien, la fiesta de los Reyes Magos, desde el punto de vista del cristianismo, presenta algunas cuestiones más importantes y otras más anecdóticas. Presentaremos a continuación unas y otras de forma casi telegráfica.
- 1. Litúrgicamente, la fiesta es una solemnidad (el más alto nivel de las fiestas cristianas): solemnidad de la Epifanía del Señor. Es decir, de la “manifestación” de Jesús como Señor a los no judíos. Esto respondería a la teología del evangelista san Mateo, que es el único que narra el episodio. La intención estaría clara, según los especialistas: mostrar que son los paganos, no los habitantes de Jerusalén, los que reconocen en Jesús al Mesías.
- 2. En el episodio evangélico (Mt 2,1-12) se habla de “unos magos de Oriente” que llegan a Jerusalén, siguiendo una estrella, para adorar al Mesías, nacido no hace mucho. Estos son todos los datos que se ofrecen de ellos. Lo cual significa que el evangelio no dice cuántos son, ni cómo se llaman, ni cuál es su fisonomía o su edad. Ni siquiera se precisa su lugar de origen ni, por supuesto, su condición regia. El relleno de todas estas “lagunas” se lo debemos a la tradición, que poco a poco fue tejiendo su leyenda.
- 3. Según parece, el número de tres se impuso relativamente pronto en la Iglesia de Occidente. La razón parece clara: si el relato evangélico habla de tres dones –oro, incienso y mirra–, es razonable que sean también tres los individuos que los ofrezcan. Sin embargo, en la Iglesia siria fue frecuente hablar de doce magos que llegan a Jerusalén con un numeroso séquito.
- 4. Hasta la baja Edad Media, estos tres magos no tuvieron nombre. Es quizá en el siglo V o VI cuando reciben los que todos conocemos: Melchor, Gaspar y Baltasar (o formas parecidas, como Melichior, Gathaspa y Bithisarea según los Excerpta latina barbari, o Melkon, Gaspard y Balthazar, como en el Evangelio armenio de la infancia [de Jesús], o Melchior, Gaspar y Balthassar, como aparece en los famosos mosaicos de la iglesia de San Apolinar el Nuevo de Rávena).
- 5. Su fisonomía y edad también es tardía. Habitualmente se describe a Melchor como un anciano barbado, a Gaspar como un joven barbilampiño y a Baltasar como un hombre de mediana edad y tez morena, posteriormente negro. (En Puerto Rico, sin embargo, Melchor es el negro y el más apreciado de los tres, colocándosele siempre en el centro del trío, custodiado por los otros dos). En todo caso, tanto la apariencia (blanco, oriental y negro) como la edad (anciano, maduro y joven) apuntan a la universalidad: los tres magos son los representantes del género humano tanto en su dimensión espacial (razas) como cronológica (edad).
- 6. En cuanto a su procedencia, la escasa precisión de “Oriente” se prestaba a posibilidades muy diversas: desde Arabia y Mesopotamia hasta Etiopía y Persia. Al final parece imponerse más bien este último lugar, al menos en las representaciones artísticas (como la que mencionábamos antes de la iglesia de San Apolinar de Rávena, donde los magos aparecen con indumentaria persa).
- 7. Finalmente, la condición regia de estos tres magos parece provenir de influencias del Antiguo Testamento. En concreto de Is 60,3: “Caminarán los pueblos a tu luz, los reyes al resplandor de tu aurora”, y Sal 72,10-11: “Los reyes de Tarsis y de las islas le paguen tributo. Los reyes de Saba y de Arabia le ofrezcan sus dones; póstrense ante él todos los reyes, y sírvanle todos los pueblos”. Estos dos textos fueron leídos en clave mesiánica, sugiriendo san Mateo su cumplimiento en Jesús. Ese es el sentido también de la estrella.