La tarde del 27 de marzo de 2020 es una de esas que difícilmente se nos borrarán de la memoria. Aún recuerdo estar reunida toda la comunidad del noviciado frente a la pantalla de la sala, contemplando en silencio al papa Francisco caminar con paso sereno en medio de una plaza de san Pedro vacía y bañada por la llovizna. Tengo por seguro que esas imágenes no habrán dejado indiferentes a muchas personas; que a ellas –como a mí me ocurría en ese momento– se les habrá encogido el alma al reconocer que lo que nos congregaba iba más allá de cualquier diferencia que pudiéramos pensar y nos lanzaba con ánimo esperanzado a dar pasos de fraternidad en estos tiempos de incertidumbre.
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Por mi parte, escribiendo estas líneas puedo revivir nuevamente lo que experimenté ese día: un contener la respiración al imaginar los millones de ojos que estarían en actitud semejante desde contextos tan distintos al mío y al sentir cómo la humanidad entera parecía estar allí, caminando junto al Papa. Como el mismo Francisco lo dijo aquella tarde y nos lo ha venido recordando a lo largo de estos meses, la crisis del Covid nos ha permitido caer en la cuenta de que no podemos avanzar cada uno por su cuenta, sino que estamos todos en la misma barca y somos llamados a remar juntos en esta y en las demás pandemias de nuestro mundo.
En lo que vivimos aquella tarde lluviosa, y en lo que quedó resonando en tantas personas luego de la bendición Urbi et Orbi, tomó forma el germen de ‘Soñemos juntos. El camino a un futuro mejor’ (Plaza & Janés, 2020).
El mensaje entonces y ahora –en las páginas del libro– es el mismo: una llamada a reconocer lo que la situación de crisis que estamos viviendo nos ha hecho más evidente aún de lo que ya era (de forma algo maquillada, es cierto, por la ilusión del bienestar), a reorientar nuestra confianza desenrumbada y dirigirla hacia el Señor, y a dejarnos interpelar por aquello que hemos encontrado una vez que el velo de nuestras seguridades ha caído. Es una invitación imperiosa a despertar y abrazar, junto a Cristo, las contrariedades que se nos presentan.
Partiendo de la “regla” de que de una crisis siempre se sale o mejor o peor, pero nunca igual, en ‘Soñemos juntos’ el papa Francisco nos invita a tomar la crisis actual como una oportunidad para ver, elegir y actuar, de forma que podamos advertir que detrás de lo que parece pura dificultad encontramos un “momento Noé”, un tiempo propicio para parar y atrevernos a soñar juntos un mundo en el que todos –sin distinción– podamos tener un lugar propio en la mesa de la humanidad.
Frente a la tentación de regresar a una “normalidad” que claramente no tiene como punto de partida la dignidad del hombre, sino más bien metas egoístas, el Papa nos exhorta a salir de este laberinto descentrándonos y trascendiendo.
En el libro, fruto de las conversaciones mantenidas por el papa Francisco y el periodista británico Austen Ivereigh entre los meses de junio y agosto, se nos proponen las líneas que debería incluir este proyecto común, tomando como base fundamental un real discernimiento realizado con un espíritu de sinodalidad y una toma de conciencia de que somos parte de un pueblo, con todo lo que ello implica. En la reflexión que se nos presenta, no son pocas las referencias que el Papa hace a los problemas más acuciantes en nuestros días, entre los que están la discriminación, la destrucción del medioambiente, la pobreza causada por una economía abusiva, y la cultura del descarte con su connatural exclusión.
En este tiempo del año, en que tantas personas acostumbran hacer un balance de lo vivido y plantearse metas para los próximos doce meses, propongámonos salir mejores de esta crisis, un poco más como Dios nos sueña –como reza el poema ‘Esperanza’, de Alexis Valdés, con que cierra el libro–. Atrevámonos a soñar juntos.