Tribuna

Todos los santos: a pie de tierra y de barrio

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Evangelio: Mateo 5, 1-12a

“En aquel tiempo, al ver Jesús el gentío, subió a la montaña, se sentó, y se acercaron sus discípulos; y él se puso a hablar, enseñándoles:

—«Dichosos los pobres en el espíritu, porque de ellos es el reino de los cielos.

Dichosos los que lloran, porque ellos serán consolados.

Dichosos los sufridos, porque ellos heredarán la tierra.

Dichosos los que tienen hambre y sed de justicia, porque ellos quedarán saciados.

Dichosos los misericordiosos, porque ellos alcanzarán misericordia.

Dichosos los limpios de corazón, porque ellos verán a Dios.

Dichosos los que trabajan por la paz, porque ellos se llamarán los Hijos de Dios.

Dichosos los perseguidos por causa de la justicia, porque de ellos es el reino de los cielos.

Dichosos vosotros cuando os insulten y os persigan y os calumnien de cualquier modo por mi causa. Estad alegres y contentos, porque vuestra recompensa será grande en el cielo»”.

A pie de tierra y de barrio

La última celebración de esta fiesta de todos los Santos fue en el centro hermano de Cáritas. Este centro es fruto del actuar del sínodo pacense que celebramos en 1992, ya lleva un largo recorrido de vida y de gracias. El Domingo un buen grupo de los usuarios estuvieron en la eucaristía de nuestra parroquia, celebrando el final de la semana de los sin hogar. Allí me invitaron a la barbacoa que tendrán hoy con motivo de esta festividad.

Le prometí que me uniría a ellos en esta fiesta tan bonita. Allí cuando voy, respiro lo que es un verdadero proceso de santidad. El homo viator se confunde con el hombre que sueña, que desea salir del dolor y la muerte, para entrar en la vida por otra puerta que, aunque sea estrecha le lleve a la luz y a la paz en su interior herido.

La barbacoa de la santidad

Cada uno de su tierra y de pueblo, de su familia, muy diferentes: brasileños, portugueses, marroquíes, ucranianos, polaco, Guinea, Senegal… han llegado al centro por razones muy diferentes: transeúntes de la calle, adicciones, inmigración, problemas mentales, cárcel. Todos han lavado sus mantos en la sangre del cordero crucificado, vienen con las marcas de una cruz llena de debilidad en corazones que están llamados como todos a ser queridos y a querer. No les importa contar sus historias y desnudarse de alma, vida y corazón si notan que los escuchas y no les juzgas.

Gente paseando por la calle

Siempre que estoy con ellos conozco alguno, ayer era Oswaldo de Brasil recién llegado el que me buscó en la parroquia para conversar, recuerdo el texto del apocalipsis que acompaña este día: “¿Estos quiénes son y de dónde vienen…? y cómo habla de una multitud. Yo siento cómo ellos pertenecen a esta multitud, y que en ellos se presenta el cordero degollado.

Sus nombres y sus vidas marcadas… Vienen señalados por la debilidad y la vulnerabilidad herida. Buscan lo que no tienen, porque lo han perdido, malgastado o se ha desestructurado, por razones externas e internas, más que por culpas. Buscan un hogar, pero primero han de encontrar su persona.

Recuerdo como una señora que lleva unos meses y que llegó rota por completo por adicción a drogas me contaba que ya estaba desahuciada, ahora va recobrando su yo, su estabilidad, muy lentamente, mira el futuro y ve su sanación muy lejana. Me dice que no tiene nada que ha tirado todo por la borda, que ha muerto en vida, que se da cuenta y que ahora ya no tiene nada para vivir, lo ha perdido todo. Hablamos y yo le digo que tiene la mayor riqueza de su vida, que es ella misma, la conversación que está teniendo conmigo, la lucha que está llevando a cabo y por ahora ganando. Le recuerdo como hace tiempo tuvimos un concierto en el centro con violinista, guitarrista, pianista… y que en un momento concreto tocaron una canción preciosa y que bailamos juntos un poquito. Ella, se lo recuerdo y sonríe, aquel día me dijo cuando nos despedíamos todos que jamás en su vida había sentido esa alegría, ese modo sano de bailar con ternura y humanidad. Está siendo otra.

También oro esta mañana con el último residente, de cuarenta años, ha querido pasar por este centro antes de poner sus pies en la calle tras diez años en la cárcel. Su madre murió y él perdió el horizonte. Se rompió su matrimonio, orden de alejamiento que no respetó, entrada en la cárcel, cartas indebidas a su esposa. Malos primeros años en la cárcel, de locura. Pero después se ha hecho una persona nueva, aquí se está adaptando para volver a la vida. Le espera un padre y unas hermanas de verdad, que también estaban rotos por su fracaso. Su problema no es económico es la reconstrucción personal, hacemos amistad y le felicito por cómo está viviendo el proceso ahora mismo, lleva pocos días en el centro y ya está de cocinero para todos los demás, se enorgullece de hacer cosas por los otros. Me cuenta todo lo bueno que también ha podido hacer y vivir en la cárcel con los compañeros.

Manos

Sandra es la madre santa, se ocupa del ropero y me trae a los nuevos que pueden salir a la parroquia para que me conozcan y hagan amistad, la última vez acompañó a Oswaldo y Lourdes, un matrimonio inmigrante de Brasil, que ha estado en Marbella y Bilbao y que ahora recalan por aquí, buscando trabajo para vivir con paz y bien. No tienen problemas personales, excepto el de la pobreza y el paro. Me traen sus currículos porque están muy activos buscando poder tener ya su independencia y estar en un lugar propio. Ahora por estar en el centro tienen que estar separados y vivir en comunidad con los otros, algo raro para ellos. Pero se sienten totalmente agradecidos y colaboran en todo.

También está Luis que fue monaguillo de don Francisco Barroso, ahora está porque se intervino en el hospital y no tenía donde ir. Su vida siempre estuvo tocada por la adicción, pero ahora me dice orgulloso que lleva más de dos o tres años sin tocarla y ni la falta que le hace. Tiene un sentido entrañable de la vida y una conversación educada y alegre, confiada. Agradece todo lo bueno y se emociona cuando recuerda a su madre. Antonio de Málaga que el alcohol le juega malas pasadas, pero que no tira la toalla y aquí está porque, aunque tiene más de sesenta le quedan muchas cosas buenas por vivir. Es un cocinero extraordinario de los que se levanta a las seis para ir haciendo el cocido bien hecho… lento, lento, como va trascurriendo su vida. Viene a la parroquia como guardián a la hora de las catequesis y disfruta con el revoleteo de lo zagales.

No faltan los jóvenes inmigrantes, los que vienen de las mareas de los mares y las pateras, los que le brillan los ojos porque han escapado de la muerte y puede estar más cerca el sueño de una vida digna para ellos y sobre todo para todos los que han dejado atrás en su tierra y que tienen puesta en ellos su esperanza. A ellos le gusta la mezcla del flamenco del andaluz con su danzar y músicas de raíz.

Mensajeros De La Paz_comedor

Y podría seguir…sin ser yo de los que tienen mucho contacto o dedicación a ellos. Es más testigo que yo, me ha ayudado a conectar con ellos, Isabel Lara, hermana de Foucauld, que está cuidando a su padre ya mayor y que de paso cuida y se hace hermana de todos los del centro. Y mucho más testigo el equipo de trabajadores que están día a día haciendo familia y comunidad con ellos, sé que lo hacen desde una opción firme por lo humano y tocados de evangelio en la mayoría de los casos, con una profesionalidad llena de cuidados y de orden para ayudarles a vivir. Son de los que Jesús ha escogido para hacerlos pescadores de hombres, que los saquen del ahogo de la vida y les ayuden a llegar a una marea más tranquila y gozosa del vivir.

Santidad de la puerta de al lado y bienaventuranza

Así que hoy tengo un templo único para vivir y celebrar, para orar y gozar, la fiesta de todos los santos. Con los de la puerta de al lado.

Ellos no ocultan lo que son y lo que necesitan.

Ellos buscan sus personas y el amor de la comunidad que no tienen.

Ellos aceptan procesos duros y exigentes para salir de donde están.

Ellos aprenden a respetarse y ser unos para los otros en el centro.

Ellos saben pedir perdón y reconciliarse consigo mismo y con los otros.

Ellos están cambiando de vida y abriéndose a la verdad.

Ellos saben del dolor y la angustia, comprenden a otros.

Ellos van sintiendo amor dentro de su interior y lo van dando. Quieren ser y tener amigos.

Ellos ya quieren el bien y lo sueñan.

Ellos son pobres, humildes, mansos, hambrientos, misericordiosos, llorosos, pacíficos…ahora ellos son bienaventurados… por eso serán santos: se hartarán de bondad, hijos de Dios, herederos de la tierra, alcanzarán misericordia, alegría, paz…

Yo hoy pido la actitud de conversión sincera que veo en ellos… desde la debilidad, bienaventurados.