Cuando hablamos de la cultura del agradecimiento, pensamos que no necesitamos ser agradecidos o no merecemos nada en la vida porque todo lo tenemos y no necesitamos nada de nadie, nada más equivocado que pensar así.
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Reconozco que al hablar de un encuentro entre los reyes que van guiados por la estrella y el Mesías, acontece en medio de pastores, rebaños, personas de diferentes lugares que se congregaron para “ver” al verdadero rey que nace en un establo humilde rodeado de pobreza, pero de mucho calor humano.
¿Quiénes son los 3 reyes magos o sabios de oriente?
Existen muchas teorías o hipótesis de si eran tres, el color de cada uno (muchas explicaciones tenemos de las más acertadas que cada uno representa los tres continentes: Europa, Asia y África), lo que representan los tres regalos del oro, incienso y mirra; y lo que significan cada presente que llevan en sus manos para ofrecerlo al rey de reyes, el Mesías, el Hijo de Dios; todo esto, aunque es importante para la literatura y el conocimiento, quiero simplemente orientar unas ideas eco que me han girado una y otra vez en mis pensamientos.
A mí personalmente me gusta decir los sabios de oriente lejano que llegan a visitar al niño Dios que nace en una cuna humilde y sencilla para salvar a la humanidad. O parafraseando a Leonardo Boff: Una lectura es la del evangelio de Lucas, donde se culmina con la adoración de los pastores. Y otra, del evangelio de Mateo, se concentra en la adoración de los tres reyes magos. La lección de ambos textos es: que judíos y paganos, cada uno a su modo, encuentran a Jesús. Como quien dice que Jesús viene para toda la humanidad, no sólo para los judíos.
¿Qué representan estos magos o sabios de oriente hoy?
“Estos hombres desconocidos, estos paganos -estos magos-, que vienen a adorar al rey de los judíos, representan a todos los paganos que, por la gracia de Dios, tienen derecho “a la misma herencia” que Israel, entran en la misma gracia, para retomar a san Pablo… Porque el reino de Cristo no consiste en que el Niño Jesús suceda un día a Herodes, como teme Herodes y como también nos hubiera gustado a nosotros” (Jean-Marie Lustiger, Palabras sencillas de navidad, Ed. PCC, Madrid, 1992. Pgs. 91-92).
Estas cortas palabras tiene mucho sentido porque estos sabios nos representan a todos nosotros que de una u otra manera esperamos muchas cosas: justicia, un reino que acabe con la tiranía de nuestros gobiernos; pero el reino de Dios es: humildad, sencillez, perdón, paz y la justicia de la sangre de inocentes. “Pero para este inocente que es Jesús, su absurda muerte se convierte en fuente de perdón y paz”( Jean-Marie Lustiger, Ibid, Pg. 91).
Esa es la clave de la puerta que se abre para nosotros, me encanta decir que es la fuente de la cual brota la vida y la esperanza para nosotros hoy.
¿Por qué necesitamos volver a una cultura del agradecimiento?
Estos días, visitando a mi hermano Augusto y su familia (su señora Ladi, su hija Luna Celeste y Sara), pensé en llevarle un presente en agradecimiento por su cercanía en diferentes momentos de mi vida, lo primero fue que me dije a mi mismo: “pero si tiene de todo que le voy a llevar”.
Muchos pensamientos e ideas giraron en mi cabeza, pero al fin dije pues lo que los sabios de oriente llevaron no fue tanto el “valor” de los presentes sino el sentido de “dar” o “donar”, sin esperar nada a cambio, porque se alegraron al “ver” al niño nacido llevándole el oro de la ofrenda, el incienso de la oración fervorosa y la mirra de los sacrificios en la fidelidad; esto es, al cumplirse la promesa mesiánica y ellos al ser testigos oculares de tal acontecimiento llevan su corazón palpitante y fervoroso por su amor al niño recién nacido y su alegría que no alcanzan a vislumbrar o comprender.
Al fin le lleve un detalle que sin importar el valor comercial fuera de su agrado y para él y su familia, esto me lo agradeció pues más que llevar cosas la visita a un hermano es lo más importante y el mejor regalo que uno puede dar en la vida: tiempo de calidad y compartir fraterno es lo mejor que podemos dar a los demás.
Por Wilson Javier Sossa López. Sacerdote eudista del Minuto de Dios
Foto: Oléo Casa Museo en Juana Díaz Puerto Rico