“Ora et labora”
La regla benedictina es una de las más hermosas y profundas oraciones que tenemos desde la época muy antigua en nuestra tradición de la Iglesia. Es una manera de manejar u ordenar bien los tiempos según el plan de Dios. Es una manera de manejar bien los tiempos en la síntesis más maravillosa de nuestra Iglesia: si haces todo con oración, trabajas o laboras con bendición y si trabajas en oración vives una vida gozosa en el Señor.
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Hacer todo en oración
Recuerdo que cuando uno estudia la obra magna de san Juan Eudes: “Vida y reino de Jesús en los cristianos”, él empieza con ejercicios simples y sencillos, es como una toma de conciencia de algo que hacemos cotidianamente; por ejemplo: levantarse de la cama, caminar, levantar las manos al cielo, inclinarse en señal de respeto ante una imagen… cualquier cosa que hacemos nos lleva a comunicarnos con el trascendente, porque el ser humano es tan íntegro que todo lo que hace por pequeño que sea agrada a Dios con su misma vida.
Creo que debe haber una compatibilidad entre sentirse bien y lo que haces hacerlo con amor. Es el sabor que le da a la vida, si eres alegres no solo de labios para fuera, sino que tu corazón vibra, algo así como trasmites lo que sientes. Por eso la investigación al monje trajo grandes resultados que nos pueden dar algunas claves en este propósito para el lector.
Un ingrediente de la felicidad
Todos en la vida oramos, así no seamos religiosos o monjes de un monasterio, es interesante como en algún momento eligieron al hombre más feliz del mundo un monje de setenta y dos años, porque sabía manejar sus tiempos y su inteligencia siendo equilibrado y feliz en todo lo que hacía. ¿Dónde está la clave de la felicidad? “La respuesta podría encontrarse en la mente de Matthieu Ricard, un monje budista francés que actualmente reside en el monasterio Shechen Tennyi Dargyeling en Nepal. Nacido en Aix-les-Bains, en 1946, fue apodado como “el hombre más feliz del mundo” a raíz de una investigación”.
¿Qué arrojo la investigación?
Matthieu Ricard participó en uno de los estudios de la Universidad de Wisconsin en el año 2004. Los investigadores conectaron 256 sensores a su cráneo, sometiéndolo a un aparato de imágenes funcionales para detectar niveles de estrés, enfado, etc. El alto nivel de actividad encontrado en la corteza prefrontal izquierda de su cerebro, asociado a las emociones positivas, fue revelador: el monje alcanzó un resultado de -0,45, siendo -0,3 el nivel más alto de felicidad establecido. Superó con creces la propia medida del estudio y la de cualquier otro humano testado.
¿Qué es lo que lo hace feliz?
No solo porque orará o fuera feliz como monje sino, porque su estilo de vida generaba algo que nadie más había generado, una inteligencia con alcances inimaginables y trasmitía esas ondas a los demás para que también fueran felices. No solo él era feliz, sino que también quería que los demás fueran felices.
¿Cómo explicar este nivel de felicidad?
Según comentó el monje en varias entrevistas, el altruismo y la compasión son dos respuestas claves. Creo que esta es la clave: el perdón, la compasión, no guardar rencor… un estilo como el de Jesús nos ayuda a descubrir que podemos ser felices. Vivir según Jesús es sentirse satisfecho en la vida porque vives un alto nivel de paz mental.
Claves para ser feliz
- Socializar
- Bienestar y propósito de vida
- Capacidad de manejar las emociones negativas
- Tener un proyecto de vida
- Buscar ayuda en personas cercanas que sean vitaminas
En fin, todos podemos ser felices, si tenemos un corazón sano, que ha perdonado, que ha cerrado ciclos, que está libre, que ha podido hacer las cosas bien y se siente bien consigo mismo y con los demás y sobre todo que le agrade a Dios. Un corazón sano, ayuda a sanar al “otro”, un corazón disponible a la acción de Dios y que necesita sanar puede ser sano por el amor de Jesús, como el corazón de Simón Pedro, después que lo negó tres veces el Señor lo sano, para que apacentará el rebaño y lo ayudara a sanar. Sólo Jesús es quien así puede sanar nuestro corazón y ayudarnos a sentirnos felices con nosotros mismos y con los demás.
Por Wilson Javier Sossa López. Sacerdote eudista del Minuto de Dios