Tribuna

¿Un Sínodo sin agenda mediática?

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La palabra “sinodalidad” no suena demasiado o suena a algo extraño, incluso a algunos les cuesta pronunciarla. Sin embargo, lo que ella significa y el proceso que se inicia de cara a un Sínodo, precisamente sobre la sinodalidad, es apasionante, por la de puertas que se abren para que el Espíritu revitalice a su Pueblo. Así que, a la hora de comunicar, lo primero que necesitamos es entusiasmo.



La comunicación es más que un medio. Es un servicio y una manera de servir. Todos podemos convertirnos en oyentes y portavoces, en parroquias, diócesis o comunidades. Es la hora de una participación activa desde la escucha, el respeto y el diálogo, aprovechando las propuestas del documento preparatorio y del vademécum. Y, por qué no, yendo más lejos.

Hemos de aprender a trabajar en red, en equipo, en el servicio de la comunicación. Aquí también vale el “escucharse” y “escuchar” para dialogar. Nadie se lo sabe todo. El equipo, por ejemplo, la Comisión de Comunicaciones de la Secretaría del Sínodo de los Obispos, permite contemplar un abanico de posibilidades a nivel mundial.

Escuchar supone, además, una dosis de paciencia a la hora de informar, de no pretender adelantar temas, sino ir más allá de los titulares llamativos para descubrir qué es lo que resuena en la Iglesia católica, tanto en Europa como en Egipto, Tailandia o Colombia. Sin olvidar el diálogo interreligioso y, sobre todo, a los que quedan más marginados, excluidos o que no pisan un templo, recordemos la llamada de Benedicto XVI a abrir “un atrio de los gentiles” donde quepa todo el mundo. Los medios cuidan su agenda temática, sin embargo, si la Iglesia que camina unida entra en este serio proceso de discernimiento, revolucionará la agenda setting de los intereses informativos.

Comunicar bien

Con humildad y sinceridad, reconocemos que necesitamos a los otros para comunicar, porque no comunicamos bien u optamos por el silencio (estrategia que, en ocasiones, consigue sin pretenderlo agigantar los problemas). El trabajo en equipo es un verdadero entrenamiento y la manera más auténtica de informar del Sínodo.

Consideramos que todos en la Iglesia pueden comunicar, no obstante, sentimos que los periodistas y comunicadores son unos excepcionales aliados en este servicio del anuncio, si actúan con libertad, profesionalidad y sin prisas, uniéndose a un camino que hay que transitar para contarlo con honestidad. Huyamos del canto de sirenas de los titulares sensacionalistas y corrosivos. Los periodistas cuentan con la noble misión de traducir lenguajes para que todo el mundo los entienda, regalando imágenes y metáforas que ayuden a que la Barca de Pedro siga remando mar adentro.

Del mismo modo, pueden lanzar preguntas, muchas preguntas, en las que la respuesta se ha de ir configurando desde esa escucha que, sin duda, va a tocar estructuras, maneras de ser y decidir en la comunidad eclesial. Pero, paciencia, en la era de Instagram, de la inmediatez y del pensamiento no madurado. Pongamos quizá un poquito de alegría y humor en un minuto de original TikTok.

Trabajo en escucha

Desde la Secretaría General del Sínodo se trabaja en equipo, en escucha, sinodalmente. No solo porque se ha de predicar con el propio testimonio, sino porque Mario Grech, Nathalie Becquart y Luis Marín de San Martín son unos incondicionales del diálogo y la escucha. Me encanta verlos interaccionar entre ellos y con otros, ya que te das cuenta del interés que se toman por los pareceres de los demás y su sentido profundo de Iglesia, comunión y profecía, también a la hora de la toma de decisiones para el camino sinodal en el que se va construyendo un precioso “nosotros”, que quiere ser inclusivo a más no poder.

Me parece que la forma de trabajar en red, en interrelación de las cuatro comisiones sinodales (teología, metodología, espiritualidad y comunicaciones) puede ser un referente para diócesis y para cualquier tipo de grupo, de dentro y fuera de la Iglesia, que quiera hacer camino con otros y buscar un horizonte que trascienda lo local, cultural y lo propio para alcanzar esa amistad social a la que nos invita constantemente el papa Francisco.

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Considero llamativo, al mismo tiempo, aunque no tendría por qué serlo, que haya una comisión específicamente de comunicaciones. No solo es un acierto, sino que es fundamental. La Secretaría General puede disponer así de un equipo de comunicadores que se van a desvivir por este servicio tan delicado como exigente para el bien de la Iglesia. Ojalá esta manera de proceder en red anime a otros muchos periodistas y comunicadores de los más variopintos campos a unirse a esta ilusionante misión.

Si me preguntan, ¿cómo comunicar la sinodalidad?, respondería aliándome con san Pablo, que hemos de hacerlo “a tiempo y a destiempo”, obviamente sin ser obsesivos, con la certeza de que es imprescindible un singular trinomio: trabajo, comunión y oración. Esto nos abrirá a la creatividad, a vivir procesos y no producir documentos que quedan sin leer, aunque hemos de leer mucho, escuchar y dejarnos sorprender, no por nosotros mismos, sino por el Espíritu de Dios.

Tender puentes

De ahí brotarán nuevas narrativas que no se olviden de los descartados y abandonados de la historia. Comunicar al estilo de Francisco que, cuando es preguntado o entrevistado, no considera temas tabúes, más bien, con valentía y lucidez, afronta lo delicado y espinoso. A cada uno en nuestro ámbito, en lo concreto, nos toca aplicar este estilo comunicativo. Y cuando no sepamos qué hacer, recordemos que no estamos solos, caminamos con otros, auténticos interlocutores y compañeros de camino que nos complementarán.

Comunicar es tender puentes para que los caminantes transiten unidos, como sugerentemente evoca el logo del Sínodo, diseñado por Isabelle de Senilhes. Diversidad e igualdad de los que caminan, colores diferentes y delicados, bajo la sombra de un árbol grande de vida, del que resplandece una luz que alcanza el cielo y unos brazos que vuelan al aire del Espíritu. Comunicar es ser capaces de transitar por este trinitario movimiento, un salir de sí para conformarnos en Pueblo.

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