Del 16 al 21 de agosto de 2011, Madrid acogió la XXXVI Jornada Mundial de la Juventud. Al plan previo de acogida en todas las diócesis españolas, le siguieron unas jornadas de encuentro, catequesis y oración que culminaron con la visita de Benedicto XVI. En la imagen, un joven voluntario en la eucaristía de clausura en Cuatro Vientos.
Las calles eran un enjambre de camisetas amarillas y mochilas rojas y anaranjadas, como un fuego vivo y divertido bajo el achicharrante sol madrileño. En el actual mundo del distanciamiento y las mascarillas, echamos de menos las aglomeraciones festivas, sobre todo aquella JMJ de jóvenes que venían a España a vivir unos días diferentes, en los que compartir la fe y el entusiasmo propio del despertar a la vida, y a encontrarse con gente de todo el mundo, que eso da mucho juego…
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- A FONDO: Diez años de la JMJ de Madrid: un tsunami de fe inundó la capital
- EDITORIAL: En las redes de los jóvenes
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Compartí muchos momentos desde el escenario con distintos grupos, todos maravillosamente divertidos, a pesar de las situaciones más o menos incómodas, como los desplazamientos o alternar la ducha con otros 300… Maravillosos aciertos, como el vía crucis de la Castellana, tradición y expresión de nuestra tierra; la tormenta veraniega de Cuatro Vientos, que se tornó inolvidable aventura, como dijo Benedicto XVI; la labor de miles de voluntarios de polos verdes y sonrisas fáciles…
Cercanía y hospitalidad
A pesar del himno oficial y del uso exclusivo de la música clásica en las celebraciones, y de no poder comulgar en la misa final, los jóvenes católicos fueron pacientes y supieron expresar su idiosincrasia diversa en los actos propios de sus grupos o en la feliz algarabía de las plazas.
Creo que España, en general, y Madrid, en particular, acogieron fantásticamente a los peregrinos, habilitando espacios y haciéndose cercanos, aunque de vez en cuando llegaba algún vídeo que me llenaba de inquietud: extremistas insultando a pobres muchachos que no entendían qué pasaba. Los fanáticos siempre hacen ruido… Aunque, en general, todos hicimos un gran esfuerzo de hospitalidad.