“¿Dónde vas María,
dónde vas María,
solita y a pie?
Voy buscando al Niño.
¿Dónde lo hallaré?”.
———
“Isla mía,
flor cautiva,
para ti quiero tener,
libre tu suelo,
sola tu estrella,
isla doncella
quiero tener”.
(Fragmentos de algunos poemas de Antonio Cabán Vale ‘El topo’)
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En distintas partes del mundo, las matanzas y destrucciones militares dan base para temer que la humanidad esté al borde de una “Tercera Guerra Mundial”, con el terror de misiles atómicos. En nuestro hemisferio, la peor amenaza viene precisamente del centro imperial. El deterioro político y social actual, unido a la hostilidad creciente entre los principales partidos de Estados Unidos, hace pensar si esa nación se asoma a una nueva guerra civil, esta vez, más devastadora para la gente y la economía.
En la medida en que se vive en una decadencia moral y social, aumenta la espiral de violencia en el centro de la nación.
Ante ese panorama, un “granito de arena” sería bueno sugerir al momento; y viene al caso plantearse si el reconocimiento de pequeños países que tengan las condiciones de mantenerse neutrales pueda servir para amortiguar el golpe de las guerras y proveer refugios para la paz y la prosperidad. Eso podría tener mucha importancia para la supervivencia de la civilización. Uno de esos puntos de neutralidad puede bien ser Puerto Rico, donde en varias ocasiones en los pasados cincuenta o sesenta años se ha demostrado que existe una vocación de rechazo a la guerra con la capacidad de unir al pueblo. Tal acción podría reducir el impacto de las guerras para América Latina y para los propios Estados Unidos, al prevenir que Puerto Rico se convierta en campo de batalla.
Oposición juvenil
Esta reflexión, basada en los llamados reiterados de nuestro amado papa Francisco para dejar al lado la guerra y la carrera armamentista está motivada también por el fallecimiento en días recientes del poeta y cantor puertorriqueño, Antonio Cabán Vale. A principios de los años sesenta, ‘El topo’ se “trepaba” con su guitarra en bancos de la Universidad de Puerto Rico para ponerle voz poética cantada al reclamo estudiantil contra la militarización y la Guerra de Vietnam. La oposición juvenil a la guerra en el sudeste de Asia y el uso de Puerto Rico en aquel conflicto, en las canciones de Cabán Vale, llegó al punto de encender la imaginación del país mucho más allá de las líneas políticas partidistas.
Otro gran momento de unidad del pueblo se produciría en la lucha que unió los más diversos sectores para que Estados Unidos pusiera fin al uso de la “Isla Nena” de Vieques para bombardeos y otras prácticas militares.
Hoy en día, la Fuerza Aérea ha retirado los bombarderos estratégicos con capacidad nuclear de la base de Ramey Field, y la Armada no solo se retiró de Vieques, sino también de la estación naval de Roosevelt Roads en Ceiba, donde se creía había una base de submarinos atómicos. Fue en terrenos de lo que había sido la base de la Fuerza Aérea –ahora un recinto de la UPR– donde se le otorgó un doctorado honoris causa a Cabán Vale al cumplirse los cincuenta años de ‘Verde Luz’, su canción más emblemática.
Cuando en 2019 estalló la revuelta popular que derrocó al entonces gobernador Ricardo Rosselló, los grupos armados se mantuvieron protegiendo la retaguardia, lo que permitió que aquel alzamiento fuese principalmente pacífico.
Por supuesto, la designación como país neutral requeriría que Estados Unidos reconozca que Puerto Rico es una “nación latinoamericana y caribeña” para que no pueda inmiscuirse ni tomar bandos en una contienda armada interna de la nación del norte y mucho menos en conflictos todavía más lejanos.
Por supuesto también, no se ve en el panorama señal alguna de que en Washington haya interés en el tema de “descolonizar” a Puerto Rico. Tal cosa permitiría garantizar que esta nación isleña, que también tiene una capacidad histórica para la violencia y el contrabando –desde la delincuencia común hasta la lucha armada– no termine siendo uno de los puntos más fanatizados y violentos para la devastación interna y externa. Repito, no se nota interés alguno, ni en el Congreso norteamericano, ni en la Presidencia.