El pasado 23 de abril, la Conferencia Episcopal Venezolana (CEV) publicó una declaración “ante la crisis política y humanitaria” de nuestro país. En ella se recoge el drama que estamos viviendo. Se repiten las características de la actual situación: cada día peor, en una escalada peligrosa, porque lo que está en juego es la vida de millones de venezolanos.
La convocatoria de un nuevo proceso electoral se ha hecho al margen de la ley, sin respetar ninguna de las disposiciones legales. Por ello, a nuestro juicio, “se deslegitima la realización de las elecciones presidenciales, convocadas para el próximo 20 de mayo”.
Gracias a quienes comparten nuestra angustia
El liderazgo opositor está descabezado: unos, presos; otros, inhabilitados; no pocos, en el exilio. No hay voz que guíe a la población sometida a la presión gubernamental. Ante la escasez de todo, el régimen reparte dádivas, con la condición de que se inscriban en el “carnet de la patria”, especie de documento de identidad que abre las puertas a obtener recursos, con la condición de votar por el candidato oficial. De lo contrario, se tomarán represalias. Esto ha sido proclamado públicamente por diversos dirigentes oficialistas.
Como creyentes, tenemos la obligación de trabajar y buscar con creatividad, coraje, respeto y sentido samaritano ser semillas de esperanza, haciendo del amor al prójimo la mejor expresión del auténtico amor a Dios. ¡Gracias a la solidaridad y cercanía de quienes desde tantos otros lares comparten la angustia del pueblo venezolano!
