Tribuna

Vía Crucis en tiempo de pandemia

Compartir

Introducción

En este ejercicio orante de recorrer las estaciones del Vía Crucis, vamos a contemplar cómo Jesús, por su cruz, se convierte en compañero de camino en nuestro día a día en esta hora de pandemia: “Sé fuerte y valiente. Yo estaré contigo” (Dt 31, 7-8). “Yo estoy con vosotros todos los días” (Mt 28, 20).



Primera estación: Tiempo de soledad

Si sufres confinamiento, si te ves aislado y en soledad, recuerda las palabras de Jesús: “No os dejaré huérfanos, volveré a vosotros” (Jn 14, 18).

Segunda estación: Tiempo adverso

Si sientes la quiebra, el paro, la enfermedad, ¿huirás de la fe en esas circunstancias? Jesús les dijo a los suyos en momentos difíciles: “¿También vosotros queréis marcharos?» (Jn 6, 67).

Tercera Estación: Tiempo de tentación

Si echas en falta algo necesario, si sufres necesidad económica y desolación, recuerda las palabras de Jesús: “La tristeza os ha llenado el corazón. Sin embargo, os digo la verdad: os conviene que yo me vaya; porque si no me voy, no vendrá a vosotros el Paráclito” (Jn 16, 6-7).

Cuarta estación: Tiempo desabrido

Si sufres la lejanía de tus seres queridos, la lejanía de los amigos, la nostalgia de su presencia, recuerda que Jesús, “extendiendo su mano hacia sus discípulos, dijo: ‘Estos son mi madre y mis hermanos. El que haga la voluntad de mi Padre que está en los cielos, ese es mi hermano y mi hermana y mi madre’” (Mt 12, 48-50).

Quinta estación: Tiempo menesteroso

Si sientes debilidad, miedo al contagio, y hasta la experiencia del límite, da cabida a las palabras de Jesús: “Venid a mí todos los que estáis cansados y agobiados, y yo os aliviaré. Aprended de mí, que soy manso y humilde de corazón, y encontraréis descanso para vuestras almas” (Mt 11, 28).

Sexta estación: Tiempo de cuarentena

Si por razón de haber sufrido la infección, has estado apartado y te sientes estigmatizado porque te creen contagioso, no olvides que el Evangelio narra que a Jesús “se le acerca un leproso, suplicándole de rodillas: ‘Si quieres, puedes limpiarme’. Extendió la mano y lo tocó diciendo: ‘Quiero: queda limpio’” (Mc 1, 40-42).

EVRDGd7WAAc3cBS Scaled

El capellán de la cárcel de Padua, Marco Pozza, portando la cruz en una de las estaciones del Vía Crucis vaticano durante la Semana Santa de 2020

Séptima estación: Tiempo gris

Si te fallan las fuerzas, estás abatido y desanimado, recuerda las palabras que dijo el Maestro a los suyos: “Ánimo, soy yo, no tengáis miedo” (Mc 6, 50-51).

Octava estación: Tiempo en intemperie

Si eres objeto de sospechas y víctima de comentarios y te duele hasta que se te saltan las lágrimas, piensa que Jesús llegó a decir: “Bienaventurados los que lloran, porque ellos serán consolados” (Mt 5, 5).

Novena estación: Tiempo depresivo

Si te sientes hundido, te asalta la melancolía y te tienta el desespero, no olvides que Jesús, conmovido, llegó a decir: “¡Cuántas veces intenté reunir a tus hijos, como la gallina reúne a los polluelos bajo sus alas!” (Mt 23, 37).

Décima estación: Tiempo desnudo

Si tú o alguien de los tuyos habéis entrado en la UCI, y te has sentido desnudo puesto boca abajo, trae a tu memoria lo que le hicieron a Jesús: “Lo crucifican y se reparten sus ropas, echándolas a suerte, para ver lo que se llevaba cada uno” (Mc 15, 23-24).

Undécima estación: Tiempo sujeto

Si has tenido que guardar cama por tener fiebre y sufrir asfixia, atrévete a iluminar tu situación con las palabras de Jesús: “Cuando eras joven, tú mismo te ceñías e ibas adonde querías; pero, cuando seas viejo, extenderás las manos, otro te ceñirá y te llevará adonde no quieras»” (Jn 21, 18).

Duodécima estación: Tiempo de muerte

Si el dolor por la pérdida de seres queridos, la impotencia y la experiencia del límite te han producido preguntas existenciales, como a Marta, que le dijo a Jesús “Señor, si hubieras estado aquí no habría muerto mi hermano”, recuerda que Él le contestó: “Tu hermano resucitará” (Jn 11, 21-23).

Decimotercera estación: Tiempo entrañable

Este tiempo reaviva la sensibilidad, la necesidad de ternura, y también de agradecimiento. Jesús vivió la misma necesidad: “María tomó una libra de perfume de nardo, auténtico y costoso, le ungió a Jesús los pies y se los enjugó con su cabellera. Jesús dijo: ‘Déjala; lo tenía guardado para el día de mi sepultura’” (Jn 12, 6-7).

Decimocuarta estación: Tiempo oscuro

Cabe sentir la noche, las tinieblas, hasta la desesperanza. En estas circunstancias, recuerda: “Jesús les habló de nuevo diciendo: ‘Yo soy la luz del mundo; el que me sigue no camina en tinieblas, sino que tendrá la luz de la vida’” (Jn 8, 12).

Decimoquinta estación: Tiempo nuevo

Ábrete, en medio de la prueba, a una lectura teologal de los hechos, atrévete a intuir la Providencia, y, si puedes, llega a bendecir a Dios. Jesús afirmó: “Yo soy la resurrección y la vida: el que cree en mí, aunque haya muerto, vivirá” (Jn 11, 25).

Da fe a la Palabra, como María la madre de Jesús, y sentirás consuelo. Ella nos ayuda.