El poeta Rubén Darío, inicia uno de sus más conocidos poemas con este verso:
Juventud, divino tesoro,
¡ya te vas para no volver!
Ciertamente estremece un poco, pero el objetivo de este artículo no es analizar a qué etapa pertenece la juventud, dónde comienza o hasta dónde se prolonga, o si quienes nos sentimos con más ‘años acumulados’ la atesoramos y conservamos como memoria activa en los pliegues del corazón. Rubén Darío la ‘despide’: ¡Te vas para no volver! Y yo la ‘cuestiono’: ¿Cómo te vas juventud?, ¿cómo te dejamos ir?
Una mirada desde América Latina
Estas dos preguntas abren la reflexión de nuestra actual realidad latinoamericana por la que atraviesan los jóvenes.
Los jóvenes latinoamericanos son una verdadera fuerza de cambio transformador, actores activos que bregan por la inclusión de sus sueños, frente a una realidad en el que las múltiples formas de exclusión tienen muchas veces la palabra definitiva.
Los jóvenes reconocen su potencial y lo manifiestan de diversas maneras, a costa del impacto que pueda significar a la mirada adulta que tienta a vivir de la memoria: “el pasado siempre fue mejor”. Los jóvenes nos regalan su amplio potencial para comunicarse, expresar lo que son, piensan, sienten, buscan, creen, desean, sueñan. Nos exigen respuesta: una educación de mayor calidad, pública y gratuita, gobiernos decentes, honestos, transparentes, trabajo digno, significativa participación social, un territorio seguro donde vivir y proyectarse.
Pero desafortunadamente, en nuestra América Latina, muchos jóvenes enfrentan cotidianamente pesadas dificultades que amenazan la oportunidad de un desarrollo saludable y digno. La pobreza, la falta de recursos, la inseguridad ciudadana, la fragilidad democrática, manifiestan situaciones de delincuencia juvenil, de exposición continua a la violencia, ya sea física, psicológica, en la explotación sexual, el flagelo de la droga, la exagerada cultura de la imagen, que impide en muchas ocasiones encontrar el espacio y el lugar para colmar las expectativas vitales. Caravanas de jóvenes emigran de sus países, dejando los afectos más significativos y se lanzan en busca de una “tierra” que les prometa cuidarlos, promoverlos y ser bien tratados.
Abrazar a los jóvenes
La vida religiosa, camina y abraza a la juventud en sus búsquedas y desvelos a lo largo y ancho del continente. La riqueza de nuestros carismas al servicio de la juventud, nos revelan en el hoy el gran desafío de ‘aprender a desaprender’, ya que la complejidad y amplitud del tema en torno a la realidad juvenil, nos pone muchas veces a la defensiva, sea porque nos excede, o porque la distancia generacional se impone, o porque los estereotipos aprehendidos se acomodan en nuestro modo de pensar y actuar, impidiendo tener una mirada que acoge a la par, que destierra los tantos prejuicios abiertos.
San Juan Bosco decía: “Entre ustedes los jóvenes, es donde me encuentro bien”. Les daba palabras de aliento y les devolvía dignidad poniéndolos en pie. Siempre abierto a la escucha y a compartir su propio testimonio de vida adulta, ofrecía la ‘terca esperanza’ que puja a mayor vida.
¡Este es nuestro lugar! El que asumieron la mayoría de nuestras fundadoras y fundadores. Siempre al lado de los jóvenes, especialmente al lado de los más vulnerados, los que menos cuentan, los que claman por nuestra atención, por nuestros gestos de cercanía y ternura, por una palabra que sea ‘aliento de vida’ y que tiene rostro: Jesús.
Francisco y los jóvenes
La cercanía con los jóvenes, es uno de los símbolos del pontificado de Francisco. Busca continuamente convertirlos en actores de sus mensajes. Lo hizo, en particular, durante la Jornada Mundial de la Juventud (JMJ) en Río de Janeiro en 2013, donde apeló a la energía y al ímpetu juvenil expresado en la frase “¡hagan lío!” para difundir el anuncio de la Buena Noticia de Jesús. A muchos oídos les pesó escuchar esta frase, a otros los animó y se sintieron plenamente identificados con la propuesta.
Francisco cree en la juventud, y no pierde oportunidad para animarlos a ser protagonistas de la realidad que les toca vivir. Muchas de sus frases, referidas y dedicadas a los jóvenes, son cercanas y sumergidas en su contexto, hablan de empuje, de caminos a inaugurar, de un horizonte de cambio, de renovado sentido de vida.
Así lo expresó en su homilía final, el 28 de julio, en el Paseo Marítimo de Copacabana, al cierre de la JMJ 2013: “Vayan y hagan discípulos a todos los pueblos. Con estas palabras, Jesús se dirige a cada uno de ustedes diciendo: Qué bonito ha sido participar en la Jornada Mundial de la Juventud, vivir la fe junto a jóvenes venidos de los cuatro ángulos de la tierra, pero ahora tú debes ir y transmitir esta experiencia a los demás. Jesús te llama a ser discípulo en misión. A la luz de la palabra de Dios que hemos escuchado, ¿qué nos dice hoy el Señor? Tres palabras: Vayan, sin miedo, para servir”.
¿Cómo retroceder si se los envía? El creciente entusiasmo de los jóvenes, al sentir que el líder de la Iglesia mundial, es un pastor con ‘olor a oveja’, con olor a realidad juvenil, capaz de escuchar, dialogar y asumir un lenguaje entendible, cercano… en definitiva, plenamente evangélico, los dispone a poner en el centro a la persona de Jesús y los anima a seguirlo sólo a Él: felicidad plena y único capaz de saciar el hambre de sentido expresado de multiformes maneras.
Jóvenes religiosos en la JMJ
Al seguir por las redes el evento de la JMJ 2019, me encontré con fotos publicadas de tantísimas religiosas y religiosos conocidos, que junto a sus jóvenes regalaban sonrisas, vitalidad, entusiasmo, alegría.
En Panamá la vida religiosa estuvo presente acompañando y siendo parte de las búsquedas de los jóvenes. A su regreso seguramente, seguirán respondiendo al compromiso de animarlos, recuperando en cada encuentro las experiencias vividas y acercándolos uno y otro día a Jesús, porque la vida es mucho más que Panamá.
La Confederación Caribeña y Latinoamericana de Religiosas/os (CLAR), a través de la comisión Nuevas Generaciones de la vida religiosa, y apoyados por las conferencias nacionales de religiosas y religiosos, asume la misión de acompañar a los jóvenes en sus búsquedas de respuestas concretas a los grandes desafíos que les presenta la actual realidad social, eclesial y ecológica.
Para que esto se haga realidad, promueve congresos, seminarios continentales y regionales, con el fin de animar procesos en las nuevas generaciones de la vida consagrada desde el encuentro con Jesucristo y los distintos carismas, abiertos al diálogo intergeneracional y a la misión intercongregacional. El gran desafío es seguir haciendo camino, potenciando procesos formativos integrales, animando a nuestros jóvenes religiosos ‘en salida’, alentando su protagonismo, habitando la vida y cultura juvenil y por último, favoreciendo una mirada eco-humanizadora.
La JMJ realizada en Panamá fue una real muestra de amor hacia la realidad juvenil. La manifestación clara de una profunda comunión intercultural con rostro juvenil. Francisco a través de los distintos eventos reflexionó muchos temas: jóvenes y esperanza, violencia contra la mujer, derechos humanos, vocaciones, ecumenismo, indígenas, ecología, migrantes y refugiados, víctimas, corrupción, aborto y terrorismo. Temas que reflejaron las problemáticas que nos aquejan y preocupan en todo el mundo y que podemos sintetizar en una sola frase: proteger y defender la vida humana siempre y en todo lugar. Confiemos que así sea, con la energía y entusiasmo de las nuevas generaciones.
Para finalizar, quisiera pedirle prestadas las palabras a Mario Benedetti, e imaginándome en un largo camino al lado de los jóvenes, simplemente susurrarlas:
No te rindas, aun estas a tiempo
de alcanzar y comenzar de nuevo,
aceptar tus sombras, enterrar tus miedos,
liberar el lastre, retomar el vuelo.
No te rindas que la vida es eso,
continuar el viaje,
perseguir tus sueños,
destrabar el tiempo,
correr los escombros y destapar el cielo.
No te rindas, por favor no cedas,
aunque el frío queme,
aunque el miedo muerda,
aunque el sol se esconda y se calle el viento,
aun hay fuego en tu alma,
aun hay vida en tus sueños,
porque la vida es tuya y tuyo también el deseo,
porque lo has querido y porque te quiero.