Llevamos más de un año con pandemia y continuamos sufriéndola. Con estas premisas, es muy difícil tratar otro asunto que no sea la nueva situación en la que estamos inmersos, tanto en las ciudades, como en el mundo rural. Además, en esta ocasión, la vida en los pueblos, y cuanto más pequeños mejor, ha facilitado la vida cotidiana, las relaciones personales, la lucha contra el virus, la distancia social, la vida al aire libre y en contacto con la naturaleza, etc. Y en esta línea ha ido la propuesta para la celebración del Día del Mundo Rural 2021.
- Artículo completo solo para suscriptores
- EDITORIAL: Pastores a pie de campo
- A FONDO: La Iglesia, al auxilio de la España vaciada: la nueva Galilea
- LEER MÁS: Lucía Fuentes: “La mujer ha sido y es el pilar del mundo rural”
- ¿Quieres recibir gratis por WhatsApp las mejores noticias de Vida Nueva? Pincha aquí
- Regístrate en el boletín gratuito y recibe un avance de los contenidos
Es cierto que, en casi todas las celebraciones de años anteriores, necesariamente, imprimíamos un fuerte acento reivindicativo, denunciando las carencias, la falta de servicios, la despoblación… En este caso, sin perder el sentido crítico, hemos puesto en valor los aspectos positivos de vivir en los pueblos (aunque también tiene aspectos negativos), las valoraciones que hace la Iglesia de nuestras actitudes, y concretamente el Papa, así como pautas de actuación para seguir viviendo en pandemia.
Es lo que en los Movimientos Rurales Cristianos llamamos ‘análisis de la realidad’. Un “análisis” que, desde nuestra opción por seguir a Jesucristo en la Iglesia, hacemos apoyándonos en el Magisterio Social de la Iglesia para, desde él, hacer una reflexión en torno a los valores rurales (como el de la solidaridad) que, en este momento difícil, estamos descubriendo como necesarios para poder acabar con el COVID-19.
Y, como es lógico, en este seguimiento de Jesús, brota la “opción por el mundo rural pobre”, es decir, por el más necesitado, el más olvidado, en este caso, las personas más golpeadas por la pandemia, las que han sufrido más soledad y más necesidades en este último año. Con ello pretendemos algo que en nuestros movimientos consideramos necesario como es la unión fe-vida que nos hace llevar a cabo acciones transformadoras y evangelizadoras, dado que nuestra fuerza está en el Señor.
Desde el material preparado para la celebración de este día, se insta a que ante un problema tan grande como es una pandemia, no nos dejemos llevar por el desánimo pensando que es un problema demasiado grande, que nos sobrepasa, o que esto lo tienen que arreglar los políticos, o los que tienen mucho dinero. No es esa la filosofía de nuestros movimientos, sino que por grande que sea el problema, siempre encontraremos caminos por donde trabajar para tratar de que esos problemas nos afecten lo menos posible, y que nuestra vida sea vivida desde un punto de vista más humano y más fraterno.
También somos conscientes de que los grandes problemas no podemos abordarlos solo de forma personal, sino que hay que juntarse con el vecino, con el grupo de acción, con nuestra organización o con otras organizaciones afines, pero siempre con otros: los problemas estructurales deben ser atacados desde organizaciones.