Tribuna

Voluntarios más allá del compromiso líquido

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En el grupo de Voluntariado de REDES, la Red de Entidades para el Desarrollo Solidario, llevamos un tiempo reflexionando y preguntándonos sobre los nuevos perfiles de las personas voluntarias y la complejidad que supone engancharlas para un compromiso más a largo plazo.



Los años de pandemia que hemos vivido y la tendencia social a disminuir los compromisos “para toda la vida” nos llevan a plantearnos nuestras propuestas de voluntariado, qué tipo de experiencias promovemos y a quiénes nos estamos dirigiendo. En general, la tendencia es que estamos recuperando los números prepandémicos de personas que viven experiencias de voluntariado internacional de corta duración (entre uno y tres meses). Por otro lado, las organizaciones que tienen programas estables de voluntariado de larga duración no dejan de tener personas que quieren acompañar algún proyecto en algún país del sur.

Un fenómeno complejo

Pero tenemos que pararnos y analizar un fenómeno que no deja de ser complejo. La “sociedad líquida” de la que hablaba Bauman impregna también este ámbito de voluntariado internacional. El perfil de las personas voluntarias está cambiando; personas jubiladas o prejubiladas, profesorado de colegios vinculados a nuestras entidades, y personas jóvenes, con situaciones de precariedad, dificultades para independizarse, salarios bajos, pluriempleo, horarios inestables… A veces, nuestras propuestas de voluntariado son solo asumibles para un tipo de personas privilegiadas. Otro factor a tener en cuenta es el individualismo o la crisis del tejido asociativo y la movilización colectiva, en general.

En nuestra última jornada de formación, el sociólogo Juan María González-Anleo nos ayudaba a reflexionar sobre la situación de la juventud: el compromiso líquido que se da a nivel de relaciones de pareja, de relaciones laborales, también se vive en los compromisos con entidades sociales. A esto hay que sumar la crisis de percepción de las instituciones en general, incluida la Iglesia, si bien es cierto que las organizaciones de Iglesia no salimos tan mal paradas.

Voluntaria en Iquitos (Perú)

Qué buscamos

También es bueno preguntarnos qué buscamos cuando promovemos el voluntariado, porque podemos caer en la idea de organizar experiencias de voluntariado para “captar” base social o personas que colaboren económicamente. Nuestros programas de voluntariado deben ser transformadores, cuestionar los estilos de vida, las relaciones interculturales, la acogida a otras personas. Tienen que lanzar preguntas sobre la vocación. Tienen que posibilitar la mirada crítica hacia el sistema político y económico en el que vivimos. Tienen que convertirse en lugares de encuentro. Tienen que abrir horizontes, humanizar la vida y romper la burbuja en la que estamos. Tienen que conectar con lo profundo, con lo trascendente.

Si las entidades de cooperación nos limitamos a ser touroperadores de voluntariado, estaremos contribuyendo al consumismo de experiencias: Inter-rail, Erasmus, festival y voluntariado. Para que esto no pase, desde REDES trabajamos la formación, el acompañamiento personal, la recogida del voluntariado al retorno y, en todo esto, intentamos conectar lo que se vive con las motivaciones profundas, con las búsquedas personales.

Si conseguimos que esto se dé, no importa que luego esas personas que han vivido con nuestras entidades una experiencia de entrega, de servicio y de gratuidad, no se queden a colaborar en aspectos técnicos. Lo importante es que se produzcan preguntas que les ayuden a transformar sus vidas y así transformar el mundo, allá donde estén.

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